dimarts, 3 de novembre del 2009

Tablas.

En contra de lo que pronosticaba ayer Palinuro el señor Rajoy ha resultado con más pegada de la supuesta. La derrota de la señora Aguirre es ahora total y la propia "lideresa" yace expuesta en una picota con el cadáver insepulto de su protegé, el señor González. Cosas de la política: el pretendiente frustrado salía ayer en público afirmando que el fin de su vida era ver al señor Rato de baranda en Cajamadrid mientras que la condesa consorte se ponía trascendental y hablaba del "servicio" que el señor González ha prestado a los españoles y a los madrileños en concreto. Sé que lo dice por otro motivo sentimental pero coincido con ella en el práctico: no tener al señor González es un alivio. No está ágil últimamente la señora Aguirre. Son muchos sus frentes.

No tengo tan claro que el señor Rajoy se haya impuesto al sinuoso Curita en Valencia. Éste ha nombrado por fin Visir en lugar del Visir acabando con aquella insólita presencia fantasmal del señor Ricardo Costa glosada luego desde la retaguardia por su hermano Juan con interpretaciones poco halagüeñas para el establishment partidista. Pero en todo caso parece que el santo Rajob puede comparecer hoy ante el Comité Ejecutivo de su partido como el general victorioso en la guerra y es de suponer que el dicho Comité vuelva a respaldarlo como en el Congreso de Valencia del año pasado. Con todo, el mero hecho de que haya sido necesario convocarlo es una indicación del estado de cosas en el interior del partido.

De los datos del barómetro de octubre del CIS, publicado ayer y ya anticuado en el momento de la publicación me quedo con la subida de la clase política al cuarto lugar en el índice de preocupaciones de los españoles, por delante del terrorismo, dato que esconde la buena noticia de que la gente ya no se interesa por el terrorismo porque éste está en horas bajas si no, ojalá, terminales. Hay que ser siempre optimistas.

Entonces, ¿qué, Palinuro? ¿Tiene o no tiene margen de maniobra el señor Rajoy? Para quienes confunden la batalla con la guerra, sí; para quienes saben que las guerras son muchas batallas, no. Las luchas por el poder son luchas a muerte en el mejor sentido del término "muerte" que alguno tiene. Tanto el inverosímil señor Camps como la castiza señora Aguirre siguen vivos, más vivos que nunca, en sus puestos con todas sus competencias y, sobre todo, con su base de legitimación (el hecho de ganar elecciones donde el señor Rajoy las pierde) intacta. y con las presumibles ganas de tener revancha, al menos en el caso de la duquesa consorte, cuyo carácter rencoroso es proverbial. El resultado del último incidente son unas tablas, todo lo más. De aquí a poco se hará público más sumario Gürtel, volverá el chorreo de chorizadas presuntas, claro es, y en ese pantano, con su caballería hundida hasta los corvejones, el margen de maniobra del señor Rajoy seguirá siendo muy estrecho. Puede soltar discursos, amonestar a sus subordinados, amenazar a los díscolos; puede recurrir al arma retórica que, como mostraban los sofistas, tiene valor estratégico pero a la larga no es otra cosa que lo que dice Hamlet: "palabras, palabras, palabras". Para pasar a los hecho al señor Rajob le hace falta algo fundamental: dejar de ser oposición y tener mando en plaza.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).