Mientras algunos jóvenes de antaño andan homenajeando al Caudillo en Cuelgamuros, el partido de doña Rosa Díez ha iniciado su congreso, del que quiere salir fortalecido y, claro, más unido que nunca. No sé qué venturas electorales aguardan a UPyD porque está empezando su camino y quedan casi dos años hasta las elecciones. En el partido hay muchas caras conocidas de gente que se ha hecho un nombre en otros ámbitos y ahora quiere emplearlo en hablar en este cónclave. Son los señores Savater, Pombo, Sosa Wagner o Vargas Llosa. Dan empaque y tronío al partido; pero está por ver que le lleven votos .
Esa es tarea de la política profesional de la formación, la ex-eurodiputada y actual dirigente del partido Rosa Díez. Esta señora, que pasó treinta años de su vida en el PSOE, en el Partido Socialista de Euskadi; que, como socialista, fue consejera en gobiernos de coalición del PSE y el PNV, no suscita especiales simpatías entre sus antiguos compañeros de militancia que ahora la acusan de oportunista y resentida. Antes de abandonar el PSOE, la señora Díez intentó ser elegida secretaria general del PSE y secretaria general del PSOE, perdiendo frente al señor Zapatero por un puñado abrumador de votos. Visto lo cual, decidió marcharse del PSOE y fundar un partido nuevo que es el que ahora está de congreso en un gesto que ya se dirá cómo ha de entenderse si no es del modo siguiente: me quedo si soy la que manda; si no lo soy, me marcho a fundar otra morada, como santa Teresa. Hay gente que prefiere ser cabeza de ratón a cola de león; cualquier cosa siempre que no esté en su cuerpo.
Tampoco a mí me resulta simpática la figura de la señora Díez pero no por el asunto de su militancia sino por el de su significado simbólico. Durante meses, si no años, la señora Díez estuvo yendo de televisión en televisión en programas como el de Sáez de Buruaga en Telemadrid, una tele de combate, en los que, so capa de ocupar un espacio acotado al PSOE por razones de equilibrio, lo utilizaba para hablar mal de su propio partido. Luego, las crónicas hablaban acerca de la "verdadera" socialista Rosa Díez. Es algo que la derecha hace de maravilla: seducir al militante de la izquierda halagando su vanidad o su bolsillo y lanzar luego sus declaraciones o afirmaciones negativas como si fueran la revelación. Todavía me acuerdo de los artículos de Marcelino Camacho en el ABC de Anson los sábados o domingos de los años noventa, con un anuncio previo en las páginas de huecograbado en el que se avisaba de que en la página tal y tal el lector encontraría un artículo del señor Camacho, representante de la "verdadera" izquierda (frente al corrupto felipismo) poco más o menos como la señora Díez lo era del "verdadero" PSOE (frente al corrupto zapaterismo) en los programas del señor Sáez de Buruaga en los que invariablemente ponía al PSOE de chupa de dómine.
Pero no es solamente por estas pequeñas miserias humanas por las que las voces de UPyD no me suenan bien, especialmente la de su máxima dirigente, sino por lo que dicen. La primera jornada del congreso ha ido destinada a dar estopa al nacionalismo; al nacionalismo no español, se entiende. El español ni se menciona. Al contrario, si se pregunta a los intervinientes todos dicen no ser nacionalistas pues lo del nacionalismo es una antigualla, una enfermedad, incluso.
Caramba, eso mismo, esto es, que no son nacionalistas, es lo que dicen en el PSOE y en el PP. Si me apuran Vds. meteré en el saco de los "no nacionalistas" a las gentes de Izquierda Unida que estos días andan de ejercicios espirituales que comentaremos mañana. Aquí no hay más nacionalistas que los de la txapela, la gaita y la barretina. Y si todos cantan la misma canción, que no son nacionalistas, ¿en qué se diferencian? Está claro: en el modo de tratar a los nacionalistas y, de paso, a los hipotéticos votantes del sacrosanto territorio "no nacionalista" que se llama España: mientras que IU, PSOE y hasta, por increíble que parezca, PP, están rendidos al chantaje de los nacionalistas, el partido de doña Rosa Díez propone bajarles los humos, sentarles la mano, meterlos en vereda, si necesario es reformando la Constitución.
Supongo que no hace falta decir que sólo siendo muy nacionalista (español) puede uno ponerse así con los otros nacionalismos, pretendiendo retrotraerlos al estadio de lo que el señor Fraga en mejores tiempos para el nacionalismo español que no sólo no se ocultaba sino que brillaba más que el sol, llamaba el sano regionalismo. No tengo gran cosa en contra de esta pretensión, como no la tengo en contra de la de ningún otro nacionalismo excepción hecha de la criminal tendencia de alguno de ellos a contemporizar, auxiliar, bendecir, amparar y exonerar a repugnantes asesinos. Pero me molesta que quieran engañarme con el toco mocho del no-nacionalismo.
Insisto en que no sé qué tirón electoral tendrá el partido UPyD porque es pronto para calibrar cómo cala entre los electores ese discurso esencialmente insidioso. Pero las consecuencias pueden ser muy significativas: que venga doña Rosa Díez y nos una en la España una.