El resultado del sondeo del Injuve que se refleja en Público recoge que casi el ochenta por ciento de los españoles está de acuerdo con la reforma de la ley del aborto que presenta el Gobierno. Es decir, está de acuerdo con dos postulados esenciales en ese vidrioso tema: a) el aborto es un derecho de las mujeres; b) éstas pueden ejercerlo mediante una ley de plazos que impone un límite temporal pero las ampara en su ejercicio, impidiendo que puedan ser criminalizadas como hasta la fecha. El asunto tiene importancia porque, al tratarse de una cuestión moral en la que no existe criterio científico objetivo para sustentar convincentemente una opción, sólo cabe resolverla mediante recuento de mayorías y minorías.
Ya se sabe que quien se quede en minoría en un debate de posiciones morales no tiene porqué hacer suyo el punto de vista de la mayoría. En este caso, quienes creen que el aborto es siempre un delito, un crimen, seguirán pensándolo. Pero cabe exigir de ellos que acaten la decisión de la mayoría, máxime teniendo en cuenta que ésta no los obliga a cometer ese supuesto delito pero sí les impide tratar como delincuentes a quienes ejerzan su derecho a abortar, que es lo que tienen tendencia a hacer, incluso mintiendo y falsificando los hechos, como se prueba en el reciente caso de la clínica Isadora.
El setenta y nueve, casi el ochenta por ciento de la población sí es una mayoría apabullante frente a la que de nada sirven las invenciones delirantes de cantidades atribuidas a la manifa ultrarreaccionaria del sábado que, según queda ya claro, contó con unas sesenta mil personas. Y aunque hubieran sido las 250.000 que contó muy generosa la policía ello no daría a sus postulados antiabortistas un adarme de peso más. Por eso es muy libre el señor Rajoy de presentarse en el Congreso a hacer el ridículo una vez más pidiendo la retirada de una ley que no va a retirarse porque cuenta con los apoyos parlamentarios precisos.
En realidad es este comportamiento reiterado del señor Rajoy el que requiere algún comentario., ya que sus asesores no parecen hacerle ver que va de cabeza al abismo. Es claro a estas alturas que fueron los genios burlones y el dedazo del señor Aznar los que elevaron al puesto de presidente del PP y candidato a la presidencia del gobierno a un hombre que manifiestamente no da la talla para el cargo. Un sentido elemental de la conveniencia que entienden hasta las caballerías manda no suscitar actos colectivos que vayan en contra de uno, votaciones que va uno a perder, por ejemplo; sobre todo tras haber perdido ya dos elecciones generales.
Tomar apoyo en una manifestación convocada por lo más carcunda de la derecha española, tanto que hasta acudió el señor Aznar, para pedir la retirada de una ley que homologa a España con las democracias del entorno, saca al país en parte de su atraso, hace justicia a las mujeres,tiene el apoyo de cuatro quintas partes de los ciudadanos y la mayoría necesaria en el Congreso es, sencillamente, del género tonto.
(La imagen es una foto de Público, bajo licencia de Creative Commons).