Tiene razón el señor Rajob en que Job (lo de santo es fruto de cosecha cristiana) sólo hubo uno, pero sus cuitas y pruebas no provenían de sus semejantes, sino de Dios. No es el caso del señor Rajob, cuyos apuros proceden del guirigay que se ha instalado en su partido en el que en verdad parece contar con menos apoyos que en el PSOE.
Empiézase con quien lo designó directamente para el cargo, su base misma de legitimidad, el señor Aznar que ayer parecía desutorizarlo en unas declaraciones en Barcelona en las que se quejaba de la pluralidad de liderazgos en el PP y de otras pluralidades cualesquiera. El señor Aznar tiene una visión monocromática de la realidad y cualquier otra imagen debe de resultarle insufrible. Lo que sucede es que, habiendo sido él quien designó sucesor al señor Rajob, su crítica, que lo sitúa de lleno en el creciente campo anti-Rajob de la derecha suena a felonía, que es el acto del felón.
Se continúa con el vodevil valenciano en el que el defenestrado lechuguino señor Costa, vuelve a entrar por la puerta, ostentando el martes el cargo del que el señor Rajob lo despojó el lunes. Reunido de urgencia el comité de derechos y garantías del PP para dejar sin garantías ni derechos al señor Costa, el trajeado señor Camps lo alaba en público, dando a entender que seguirá contando con él, diga lo que diga el señor Rajob quien comprueba con amargura que caso, lo que se dice caso, no se lo hace en el partido ni el portero de la finca.
Termina, de momento, la comedia de enredo en el plante que ha organizado la señora condesa Aguirre Gil de Biedma, tratando de forzar la mano del señor Rajob para que castigue de modo ejemplar al lenguaraz vicealcalde de Madrid, señor Cobo, por ponerla cual no digan dueñas en una entrevista en el diario El País. En ella el señor Cobo calificaba de vómito lo que la gente de Aguirre hacía con el señor Rato, candidato del señor Rajob a presidir Cajamadrid. No se olvide que estos dos, Aguirre y Cobo se enfrentaron hace unos años compitiendo por la presidencia del PP de Madrid.
Por detrás de la diatriba del señor Cobo no es difícil vislumbrar la mano ladina del alcalde de la capital quien, habiendo perdido su juguete olímpico, tiene ahora más tiempo para enredar, buscarse un acomodo, criticar, poner zancadillas, sacarse alguna que otra espina; en fin, para hacer política de centroderecha.
En este desbarajuste del partido conservador en el que todos cruzan miradas aviesas y aprestan las dagas florentinas, el señor Rajob anuncia que tomará medidas el próximo día 3 de noviembre, el mes de los difuntos. Para entonces es el propio señor Rajob quien puede ser uno de ellos.
(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).