No bien se supo la noticia de que en la Basílica de Cuelgamuros, en el Valle de los Caídos, dejaba de oficiarse la misa que tradicionalmente se decía por el eterno descanso del alma del Generalísimo cuando Palinuro se dijo que aquello tenía que tener efectos en el más allá. De este modo, se agazapó en la cripta de la basílica, cabe la tumba de José Antonio, dejó que pasara el día y los curas cerraran el templo y se dispuso a esperar, convencido de que algo sucedería.
Efectivamente, al filo de la media noche oyóse un estrépito como de arrastrar de cadenas y pudo entreverse el alma en pena de Francisco Franco, vagando en las tinieblas y lanzando suspiros y gemidos desconsolado por haber perdido aquellas misas que eran como una renta que había venido pagando al Altísimo a cambio de estar instalado en la Gloria. Palinuro se armó de valor y le salió al paso:
Palinuro: general, permítame una pregunta.
Francisco Franco: ¿cómo? ¿No estoy solo? ¿Quién es Vd., atrevido mortal? General, general, ¿ya no se me llama Generalísimo o Excelencia?
P: soy un español parte de cuya vida transcurrió en España bajo su dictadura de Vd. Nunca lo llamé Generalísimo y menos Excelencia. Había quien lo llamaba "Excremencia", pero yo no lo hacía. Así que dese con canto en los dientes que no lo llamo "Paco el dictador", entre otras cosas porque a los ojos de los republicanos Franco perdió su condición de militar en una decisión del gobierno de la República.
FF: ¿He oído bien? ¿Aún quedan republicanos en España? Creí haber termninado con ellos acusándolos a todos del delito de rebelión contra el Estado.
P: que fue justamente el que Vd. cometió.
FF: lo nuestro no fue un delito sino un Alzamiento, un Movimiento Nacional. O sea, que quedan republicanos. ¿No hace bien su trabajo el Príncipe de España...?
P: sí, general, pero a su manera...
FF: estoy enterado, estoy enterado. Sé que Juancarlitos ha tenido que hacer algunas reformillas menores en los Principios del Movimiento Nacional, me lo contaba mi fuel López Rodó en sus oraciones.
P: ¿reformilla? General, no ha dejado ni rastro. Se ha deshecho hasta del brazo incorrupto de Santa Teresa que siempre estuvo con Vd.
FF: ¡caramba! ¿Y quien lo protege ahora? Bueno, ya me decían algunos que no me fiara de un Borbón, que son esencialmente desagradecidos. Uno de los que más insistían era Fraga, un hombre muy competente pero al que tuve echar porque se empeñó en airear el Caso Matesa.
P: ¿Ya había entonces caso Malesa?
FF: no, no, Matesa, un asunto de subvenciones a la exportación en la que estaba pringado el Opus y Fraga quiso quitárselo de encima. Hombre impulsivo el tal Fraga. Espero que ese sí me haya sido fiel.
P: fidelísimo, General, lo que pasa es que no puede hablar mucho de Vd. porque hoy en España, eso está mal visto salvo que sea para vituperar su memoria.
FF: ¡cómo cambian los tiempos! No quise resucitar al tercer año, como me recomendó mi leal seguidor Vizcaíno Casas y al final veo que el país se despeña de nuevo por la pendiente. Cuando hasta la Iglesia, a la que yo convertí en pilar del Estado nacional católico, escatima los rezos por mi alma, cabe esperar muy poco.
P: la Iglesia es otro asunto, general. La Iglesia, como la Patria, no tiene amigos ni enemigos sino intereses. Ahora defiende los suyos, que son los mismos que con Vd., pero a su manera, con sus armas.
FF: ¡ah, pero tiene armas! Eso me tranquiliza.
P: armas espirituales, general, medios de comunicación, fundaciones, seguidores en los partidos políticos.
FF: ¿ve Vd. qué podrida está España que ya ha vuelto a ser devorada por el cáncer de los partidos políticos? ¿No ha echado raíces la doctrina de mi ministro de Obras Públicas, aquel empollón de Fernández de la Mora, de la partidocracia y la implantación de un Estado de obras?
P: en absoluto, general, España es hoy un hervidero de partidos. Ya sabe Vd. cómo son los españoles: cada uno con su partido.
FF: bueno, pero habrá alguno admisible, alguno mandado por Gil Robles...
P: ciertamente, el PP, mandado unos años por el señor Aznar.
FF: ¿Aznar Zubigaray? Un gran tipo. Un poco tocado, como casi todos los vascos, pero excelente persona, capaz de abandonar la enfermedad del nacionalismo vasco y hacerse reciamente español.
P: no, no, Aznar López, el nieto de Zubigaray. Precisamente tuvo que vérselas con el nacionalismo catalán y el vasco a la hora de la formación de su gobierno; se convirtió en su esclavo. .
FF: Eso es lo que más me molesta de la situación de nuestra patria, que retornn los nacionalismos, los separatismos.
P: supongo que así es. Ahora presionan para que haya referéndums de autodeterminación para independizarse, separarse de Espña.
FF: se entenderá ahora porqué empecé el Glorioso Movimiento Nacional porque, recuérdelo, la preferíamos roja a rota. Para evitar la ruptura de España.
P: no, si no crea. Ahora la derecha se pasa el día hablando de que España se rompe.
FF: ya ¿y qué hace para evitarlo? Nada. Nada de nada. Nosotros hicimos una guerra. Nominalmente era contra el comunismo, que era lo que impresionaba a los judíos ingleses y yankees pero, en el fondo, era contra el separatismo. Redujimos todas lazs categorías políticas, anarquismo, socialismo, republicanismo, a comunismo y les cortamos las cabezas. Pero el objetivo final del Alzamiento, lo que siempre tuve presente, fue la unidad nacional española. Si esa se pierde, se pierde España.
P: lógicamente, general, lógicamente. Aunque hay quien dice que el que verdaderamente rompió España fue Vd. con su centralismo cuartelario.
FF: no siga hombre, que me da Vd,. un disgusto, además del que ya me han dado los curas. ¡España troceada! ¿Para eso la sembramos de cadáveres a lo largo de todas sus cunetas? ¿Para eso devolvimos a las entrañas de la tierra a sus malos hijos, los españoles rebeldes y los españoles que no querían ser españoles? ¡Ah! ¿Qué hace el Ejercito? ¿En qué piensa?
P: con el Ejército ya no se puede contar. Está integrado en varios organismos internacionales, no es obligatorio, se ha llenado de mujeres y anda por ahí sembrando la paz.
FF: ya no soporto más. Déjeme volver a mis penas en esta cripta, olvidado hasta de las oraciones de la Madre Iglesia. ¡Siglo desagradecido!
P: gracias por esta conversación, general.
Pero sólo respondió el silencio.
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