Nada, ni un miserable nombre, ni una frágil prueba; nada. La señora De Cospedal ha reaparecido y dado una conferencia de prensa con preguntas pero no ha podido responder a ninguna y ha tratado de esquivar el bulto diciendo que basta con echar un vistazo a las muchas conversaciones publicadas en los medios de comunicación. A todos los efectos, pues, la secretaria general del principal partido de la oposición ha quedado como una mentirosa dado que las conversaciones que se han publicado en los medios son entre personas que aparecen en los sumarios de la trama Gürtel, esa trama rizomática al estilo posmoderno que podría llevarse por delante al PP. Y ella había señalado expresamente que se produjeron escuchas a personas que no estaban en ningún sumario, siendo su nombre y los de los señores Trillo y Camps los de quienes aparecían en todas las especulaciones sobre posibles espiados. Pero no había tal; nada de nada; todo fantasía, quimera, patraña.
Esto no obstante, el señor Rajoy, mostrando así su madera de dirigente con visión, ha ordenado que su partido insista en la teoría de la conspiración la persecución, las escuchas ilegales y el espionaje sin prueba alguna, probablemente con la misma convicción moral que tenía el citado señor Rajoy el día 13 de marzo de 2004 de que fue ETA la responsable del atentado de Atocha. Y así estuvo el partido de la derecha casi cuatro años, alimentando una insensata, ridícula y lunática fábula de una conjura islámico-etarra, inspirada también por algunos medios de comunicación, singularmente El Mundo que ve Watergates por doquiera. Si la nueva teoría de la conspiración contra el PP va a ser la oposición aggiornata hasta 2012 parece improbable que el partido remonte la situación de empate técnico que dan los sondeos desde el año pasado y bastante probable, en cambio, que vuelva a perder las elecciones a nada que para entonces la situación económica haya mejorado aunque sea levemente.
Es muy posible que el Gobierno de España no esté a la altura de las circunstancias. En realidad da la impresión de que, a raíz del comienzo de la actual crisis económica que él se obstinó durante meses en negar, el señor Rodríguez Zapatero empezó a hacer eso que sus seguidores le conminaban a no hacer ya en las primeras elecciones, esto es, fallar. No resulta nada claro que su gobierno esté atinando en las respuestas a la crisis y, al contrario, cada vez es más evidente que España se distancia de sus principales socios y competidores, que ya han comenzado su recuperación. Es muy posible también que las prácticas de clientelismo, amiguismo y enchufismo en la gestión gubernativa (basta con pensar en el nombramiento del señor Sebastián para ministro de Industria como premio a su brillante batacazo en las elecciones municipales de 2007) hayan minado decisivamente las perspectivas del ejecutivo. Éste aparece desnortado a mitad de su segundo mandato y confiando en el semestre de presidencia española de la UE para remontar el vuelo sin parar mientes en que, así como las elecciones europeas son de segundo orden como se ve por la escasa participación que mueven, el impacto de la política europea es escasamente perceptible por el electorado.
En estas condiciones la responsabilidad del partido de la oposición es doble por inoperancia e incompetencia: ¿por qué no muestra una ventaja llamativa en intención de voto sobre el PSOE y a tono con el panorama general de la Unión Europea? La respuesta que parece más lógica es señalar la perpetuación de la desacreditada política de la teoría de la conspiración, ya fracasada en las secuelas del atentado de Atocha y revivida con la finalidad de acallar las informaciones sobre la trama de corrupción que parece afectar a amplios sectores del PP y minimizar sus dañinos efectos sin advertir que, cuanto más se intenta silenciar a la opinión pública con mayor virulencia reacciona ésta.
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