¡Qué diálogo social ni diálogo social! ¿Cuál es la necesidad de contemporizar? En situación de crisis, con cuatro millones de parados y más que pueden venir, con un porcentaje apreciable de trabajadores en régimen precario, temblando por sus puestos de trabajo, los empresarios piensan que tienen la sartén por el mango y que pueden imponer sus condiciones. Por ello tensan la cuerda en las conversaciones para un acuerdo en el diálogo social. En las condiciones actuales no les interesa que haya acuerdo. Tampoco le interesa al PP, que prefiere enfrentarse a un gobierno acosado, descabalgado y con problemas para cuadrar sus presupuestos. Y lo que está fuera de dudas es la sintonía perfecta entre los políticos de la derecha, por ejemplo, la señora Aguirre y los empresarios, por ejemplo, el señor Díaz Ferrán que piensa que la señora Aguirre es "cojonuda". Bastará una indicación, un leve guiño de la "cojonuda" para que Díaz Ferrán plantee lo que haya de plantear en interés del PP.
En el tira y afloja laboral, en el fondo, en la tradicional lucha de clases, cada parte adapta su posición a sus posibilidades en la correlación de fuerzas en cada momento. En épocas de pleno empleo, crecimiento sostenido y políticas socialdemócratas, la patronal pactaba siempre porque no estaba en posición dominante. Apenas atisba que pueda llegar a estarlo cuando maximiza sus exigencias y sólo admite como resultado de la negociación el triunfo incuestionado de sus peticiones. En definitiva, lo que busca esta actitud no es salir bien parado de una negociación especialmente difícil sino la aniquilación del adversario. Los empresarios no quieren acomodarse con la clase obrera sino fraccionar a ésta en sus partes individuales componentes para tenerlas a su disposición y eliminar todas las formas de organización de voluntades y de defensa colectiva e institucional de los intereses.
Los patronos está eufóricos parque creen llegado el momento de conseguir su programa máximo: rebajas de las cotizaciones a la seguridad social y despido gratis. Y esto lo plantea el mismo empresario, Díaz Ferrán, representante de patronos que hace unos meses pedía la intervención del Estado en la economía, como si fuera Lenin redivivo, para sacar las castañas del fuego a las empresas. Unas empresas que han contado siempre con el Estado para que éste, con el dinero de los contribuyentes, acuda en su auxilio, abarate su funcionamiento o facilite líneas de crédito y otros incentivos para las PYMES y empresas en general. Una prieba más de que no es buena política contemporizar con los depredadores, los que quieren socializar las pérdidas (cosa que ya han hecho) mientras privatizan los beneficios, los que quieren mantener alta su tasa de beneficio a base de aumentar la de explotación de los trabajadores.
Es el estilo de la casa: una vez exprimidos los recursos públicos, se boicotea el diálogo social tratando de imponer sus posiciones maximalistas que dejarían al Estado a la luna de Valencia. De seguir las cosas así, el diálogo social se convertirá en confrontación social. Y tendrá que ser entre las centrales sindicales y la patronal pues el Gobierno, que ya ha demostrado ser débil con una patronal dialogante aun lo será más con una beligerante.