Lo primero que hay que agradecer al nuevo Gobierno es que no haya tratado de dárselas de ejemplar y trabajador, dejando sin vacaciones a los funcionarios, que fue más o menos lo que hizo el primer Gobierno de Felipe González para dar imagen de entregado a la causa. Nadie obliga a los políticos a ser políticos y, por lo tanto, si quieren dar ejemplo, que lo hagan entre ellos y no obliguen a quienes no son políticos sino que se limitan a ganarse la vida como pueden a hacer lo que no quieren hacer.
El segundo agradecimiento tendrá que ver con la ya manifiesta voluntad de los nuevos gobernantes de ponerse manos a la obra, a tomar medidas que palíen en algo este desastre que se nos ha venido encima. Lo más importante, en efecto, el capítulo de obras públicas, en donde el Gobierno debe echar el resto. Pero sin descuidar los otros flancos. Es de esperar que haya planes en marcha para rescatar a las entidades de crédito si, como es de temer, la burbuja inmobiliaria sigue desinflándose y la morosidad y los impagos ponen a aquellas en peligro. Un plan de nacionalización de bancos no estaría nada mal. Y se supone que los conservadores no se opondrán ya que, como se sabe, es la línea que está tomando el Gobierno estadounidense, punto de referencia para la derecha española.
Y no son solamente los mencionados ministerios los que deben mostrar resultados ya. Lo mismo deben hacer otros: Agricultura, Industria... ¿A qué se dedica la ministra de la Vivienda? Porque si algunos van a quedarse sin vacaciones para calentar sus poltronas, más vale que se vayan. Así no consumen electricidad.