El cuarto de los doce espíritus que forman el Credo de la legión, redactado por Millán Astray y que mi amigo Javi Paniagua gusta de citar dice: El Espíritu de unión y socorro: A la voz de ¡ A mí La Legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio. Exactamente lo que ha hecho el caballero legionario, Francisco Camps, que gobierna la Comunidad Autónoma de Valencia (CAV) en donde, por mucho que por ella se haya paseado el "bigotes" y similares amistades que tengan los consejeros que firman adjudicaciones nunca, nadie, jamás ha hecho nada reprobable. Pero, por si acaso o como ejercicio de simulacro baudrillardiano grita ¡a mí la legión! ¡A mí el PP! que viene a ser lo mismo, con razón o sin ella.
El señor Camps, que viste como un Beau Brummel, afirma pagarse religiosamente sus trajes pero no muestra una sola factura que disiparía todas las dudas surgidas ante los indicios que el juez percibe de que haya sido el presunto mangante Francisco Correa quien los haya abonado a cambio de suculentas adjudicaciones. Espera el señor Camps que esa tarea de exonerarlo recaiga sobre su íntimo amigo, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Valencia ante el que está aforado. ¿Será posible que nadie recuse a este juez y a todos los que, como él, estén predispuestos hacia el señor Camps por amistad manifiesta? Si así fuera volverá a sonar por los páramos de España aquel grito premonitorio de don Pedro Pacheco, alcalde que fue de Jerez de la Frontera: La Justicia en España es un cachondeo. Más que un cachondeo: si ese caso insólito de un juez juzgando a un amigo íntimo se diera sería peor que un cachondeo; sería un delito.
La legión, esto es, el PP, acudió ayer, con razón o sin ella, bien sin ella, en socorro del señor Camps y la señora Aguirre, presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM), vilmente asediados por la canallesca. Y todo porque la Mata Hari del Avapiés, en un gesto de trasparencia y honradez sin límites, cerró la comisión de investigación de la Asamblea madrileña en donde sus señorías progresistas estaban malgastando los dineros públicos que la CAM necesita para comprar motos de gran cilindrada a fin de llevar los novísimos a los enfermos terminales y potentes cámaras para fotografiar la colada del ujier.
Sí, señor, todos como una piña detrás de los dos barones autonómicos bajo intensa sospecha. Han dejado caer a los albondiguillas de los municipios, que no importan una ñorda, y han cerrado filas en torno a los barones para salvarlos de la quema. Todavía hay clases; y más en el PP, no sé si me explico. Ignoro si a los albondiguillas les quedarán redaños para contraatacar ante tanta ruindad y miseria, pero sé lo que tiene que hacer la oposición si no quiere perder el respeto de la ciudadanía: ir por todas; no dejar pasar ni una.
La quema está hoy en los tribunales y tiene que estar más: las presuntas vigilancias ilegales, a los tribunales; las presuntas adjudicaciones ilegales y malversaciones de fondos de los responsables de la CAM, a los tribunales. Que, al final, la piña se convierta en una piñata pues parece serlo en el sentido que dan al término en Nicaragua. Ya está bien de vernos gobernados por una sarta de presuntos nepotistas y mangantes supuestamente dedicados al saqueo del patrimonio público cuando aprueban la ley y del público patrimonio cuando, según aparece en los autos judiciales, se la saltan.
(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).