A medida que van conociéndose más detalles de la famosa trama más claro resulta que el Partido Popular se encamina a sendas derrotas electorales el próximo 1º de marzo. La imagen que proyecta lo actuado hasta la fecha y no desmentido es la de una red de delincuentes cuyos cabecillas se encuentran de momento a buen recaudo en la que estaban implicados cargos del PP en las administraciones locales y, cuando menos, en las autonómicas de Madrid y Valencia. Esa misma red actuaba con anterioridad en el plano nacional del PP en tiempos del segundo Gobierno de Aznar pero de los aspectos concretos de estas actuaciones y acerca de quiénes estaban implicados todavía no se sabe nada, aunque debe de haber asuntos de mucha enjundia a juzgar por el pesado manto de silencio que ha caído sobre lo relativo a esos años. El señor Aznar, el señor Agag y hasta el señor Álvarez Cascos están callados como tumbas, cosa extraña con lo parlanchines que han sido siempre, especialmente el primero y el tercero.
Los conservadores están descubriendo que por muy mala que se presente la situación económica y social, por acuciantes que sean los problemas, por mal que actúe el Gobierno, si el partido que hace campaña aparece minado por la corrupción, los electores ya no escuchan nada sobre las demás cuestiones. Es una vieja regla del quehacer humano que tiene muchas fórmulas: "Consejos vendo y para mí no tengo", "cree el ladrón, etc". Los partidos tienen muy mala fama en las democracias; encuesta tras encuesta aparecen valorados en último lugar, la gente no confía en ellos, cree que van a lo suyo, que controlan la política y que se lo llevan crudo... pero los votan también elección tras elección. Sólo en un caso dejan de los electores de votar a algún partido: cuando éste se ajusta a la mala opinión que la opinión tiene de todos los partidos.
(La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons).