Parece que la Dama de hierro sufre demencia senil según informa su hija. Es lamentable. Con ella se apaga una época que dejó leyenda y doctrina, el "thatcherismo", más fuerte que la influencia de su coetáneo y conmilitón ideológico, Mr. Reagan. Porque hubo "reaganomics", pero no "reaganismo". La dama era la que llevaba la antorcha de la lucha contra el comunismo, a través de las privatizaciones. Eso fue lo simbólico. y lo que hizo que por primera vez en mucho tiempo una primera ministra inglesa eclipsara a un presidente de los EEUU. Claro Mr. Reagan no privatizó nada porque en su país prácticamente todo es privado.
Quedan flecos y hay quien quiere acabar con ellos. La idea de privatizar la administración de justicia no es nueva; como tampoco lo es suprimir la Hacienda Fiscal y substituirla por una financiación pública a base de loterías; ni la de suprimir la moneda única y privatizarla de forma que cada cual (bancos, mayormente) saque su papel con el valor que tenga en el mercado. Son los libertarios, esos que adoptaron una fórmula que se encuentra en una novela de ciencia ficción de Robert Heinlein, There Is Not Such A Thing As A Free Lunch (TINSTAAFL), fundamento mismo del orden económico e incluso moral según el cual No Existen Almuerzos Gratis (NEAG en castellano). Algo en lo que la señora Thatcher, que era química, creía más a pie juntillas que en la tabla de elementos periódicos. Hacia 1987 concedió una entrevista a la revista Women's Own en la que, entre otras cosas dijo:
"Creo que hemos pasado ena época en que se ha hecho creer a demasiada gente que si tiene un problema, el Estado tiene el deber de resolvérselo. 'Tengo un problema; que me den una subvención'. 'Soy un sin techo; el gobierno tiene que conseguirme una vivienda'. Eso es cargar a la sociedad con su problema. Pero, ya ve Vd., No existe la sociedad (NELS) (negritas, mías). Existen hombres y mujeres individuales y familias. Ningún gobierno puede hacer nada sino es a través de la gente. Pero la gente tiene que cuidar de sí misma en primer lugar. Nuestro deber es cuidar de nosotros mismos y, luego cuidarnos de los demás. La gente piensa demasiado en los derechos sin pensar en los deberes. No existen derechos si antes no se ha cumplido con el deber."
Este razonamiento, el puro sentido común del ama de casa, que decían muy irritados los elitistas (y machistas) diputados laboristas, triunfó en Inglaterra elección tras elección, haciendo de Mrs. Thatcher la primera ministra que más tiempo ha estado en el poder (1979 a 1990). Y si no es porque metió la pata en el intento de privatización del Servicio Nacional de Salud y la creación de un impuesto de capitación, lo que propició una sublevación en su propio partido, hubiera seguido ganando a los desconcertados laboristas.
Una señora tremenda esta Iron Lady: descuajaringó a los sindicatos ingleses; privatizó el entero sector público de la economía, British Telecom, British Rail, minas, puertos, aeropuertos... todo; derrotó a los payasos de la junta militar argentina e causa de las Malvinas; instaló armas atómicas estadounidenses en Graham Common, propiciando un movimiento pacifista que le importó una higa; estuvo tiesa con el independentismo irlandés (desde no ceder en una huelga de hambre de los presos en la que murieron once (creo) hasta dejar que los mataran a balazos en mitad de la calle en Gibraltar); renegoció la aportación de Inglaterra a la Comunidad Europea; y se las tuvo tiesas a los soviéticos hasta que tropezó con el tovarich Gorbachov, de quien dijo de inmediato que era un hombre "con el que cabía hacer negocios".
Un torbellino en la política práctica y en la teórica. Creyente firmísima en la necesidad de desmantelar el Estado del Bienestar, por eso dice que "no existe la sociedad"; sólo lo hacen los individuos. Principio básico de la corriente metodológica dominante desde hace decenios en las ciencias sociales, llamada el individualismo metodológico, que comparte con los libertarios del TINSTAAFL. Su intervención fue decisiva para que los ingleses dejaran escapar al genocida Pinochet, salvándolo de las garras justicieras del juez Garzón y demostrando así una vez más que la razón de Estado prevalece sobre las consideraciones ético-jurídicas que luego se pregonan a los cuatro vientos cuando se trata de hacérselas tragar a un tercero.
¿Qué quieren que les diga? La señora me gustaba porque era valiente, clara e inteligente y uno prefiere que los adversarios tengan estas cualidades y no que sean cobardes, confusos y estúpidos. Tenía un espíritu de afirmación y orgullo muy inglés, muy de clase media conservadora, imbuida de la doctrina del libre mercado que, como se sabe, se aplica cuando conviene; nada más. La foto que ilustra el post no tiene desperdicio. Obsérvense la escenografía, el atuendo de las señoras, el gesto de los caballeros y la actitud de los cadetes. Es como el símbolo de la "relación especial" anglosajona que repateaba al general De Gaulle, el que consagra la superioridad de lo que Churchill llamaba the English speaking peoples, los pueblos de habla inglesa, la "anglicidad", que diría Ramiro de Maeztu.
La hija dice que la demencia senil de su madre efecta ante todo a los recuerdos recientes; los del pasado sigue teniéndolos íntegros. Encuentro que es un apagarse poético el de la señora que no se molesta en registrar el corto plazo, lo que sucede a su alrededor. ¿Para qué? Ella ya es una figura en la historia.
La imagen es una foto de los Reagan y los Thatcher en una cena en la Casa Blanca el dieciséis de noviembre de 1988 que se encuentra en el cominio público por gentileza de la Ronald Reagan Presidential Library