Terminó el congreso del PP y los compromisarios tuvieron tiempo para regresar a sus casas, a contemplar cómo la selección española rompía el maleficio al que parecía condenada de no pasar de cuartos de final. Muchos lo habrán visto como un buen vaticinio también para el partido en el futuro, igual que los augures y arúspices de la Antigüedad interpretaban el vuelo de las aves o las entrañas de las víctimas de los sacrificios para predecir qué suerte o destino aguardaba al empeño que estuviera poniéndose en marcha.
A partir de hoy se estrena un nuevo PP que viene con renovación de dirigentes y un discurso más moderado y matizado del que tenía por costumbre. El tantas veces anunciado y nunca culminado "viaje al centro". Sale de un congreso en el que ha habido un duro ajuste de cuentas, y se ha librado la penúltima batalla de una enconada contienda que comenzó la noche del nueve de marzo pasado. Es verdad que todo se ha hecho en medio de un mar de sonrisas, felicitaciones y buena educación, excepto en las intervenciones del señor Aznar, plagadas de gestos desagradables, groserías, displicencias y alguna que otra chulería. El resto, tanto si se trata de quienes han salido perdiendo como ganando, ha sabido guardar las formas y mostrar cierta elegancia, facetas ambas muy deficitarias en el caso del expresidente del Gobierno de España.
Porque unos han ganado y otros han perdido; ha habido vencedores y vencidos. El primer vencedor de cuya victoria dependen las demás es el señor Rajoy a quien el sector ultra del partido venía haciendo la vida imposible, tratando de echarlo de la Presidencia del Partido y, de no poder, obligándolo a seguir haciendo la política que le marcaba la vieja guardia aznarina desde los cargos importantes. Vencedor ha sido, y muy significado, el señor Ruiz Gallardón quien en su larga pugna con la señora Aguirre llevaba algún tiempo encajando derrotas en su intento de postularse como sucesor del señor Rajoy. Vencedor igualmente, aunque ya meramente simbólico, el señor Fraga Iribarne, exministro franquista y fundador de partido con otras siglas. Por último, vencedora la pléyade de relativamente jóvenes de que se ha rodeado el señor Rajoy para mostrar un cambio generacional del partido con excepción de él mismo.
Entre los vencidos debe contarse en lugar destacado al señor Aznar quien, tras intrigar cuanto pudo en estos tres últimos meses a favor de las tesis más extremas del PP y en nombre y defensa de quienes trataron de boicotear al señor Rajoy, se presentó en el congreso con aspecto de latin lover de peli del neorrealismo italiano con un discurso consistente en dos líneas: no hay más política que la suya y quien lo dude merece las penas del infierno. Una derrota paliada por el hecho de haber colocado a su señora (cuyos méritos políticos no conyugales son un misterio) en el órgano ejecutivo del partido, como submarino y espía del sector ultra. Vencida asimismo ha sido la señora Aguirre, a quien no se ha nombrado nada en el equipo directivo y algunos de cuyos bravos mosqueteros han medido la longitud de la calle con los traseros. Derrotados, derrotados y muy amargados han quedado los hombres de Aznar, que llegaron a creer que el reinado de éste (1996-2004) tendría duración eterna o cuando menos los chollos que procuraba.
Pero los más derrotados en el Congreso son los periodistas de extrema derecha, el locutor señor Jiménez Losantos y el señor Ramírez, director de El Mundo que creían tener vara alta en el PP, acostumbrados como estaban a dictarle su comportamiento, su estrategia parlamentaria, su política de comunicación y hasta la provisión de sus cargos. Es dudoso que se resignen al ocaso de su poder pero aun lo es más que puedan volver a influir en la vida política española de modo tan decisivo como lo hicieron en la pasada legislatura merced a la división del trabajo que tenían con el PP por la que éste planteaba en el Parlamento cualquier bulo, rumor o simple invención que propalaran la radio de los obispos o El Mundo que al día siguiente hacían de caja de resonancia del debate parlamentario del que tenían información de primerísima mano porque lo planificaban con los dirigentes populares pues todo lo hacían de consuno. Eso se ha acabado.
Los vencidos, la banda de los cuatro, Aguirre, Acebes, Zaplana e Ignacio Conzález, volverán una y otra vez a la carga y mantendrán la actitud de hostilidad hasta las próximas elecciones autonómicas vascas en este otoño. Luego, ya se verá. Lo que parece conjurado, al menos de momento, es el peligro de una escisión del partido.
(La imagen es una foto de Chesi FotosCC, bajo licencia de Creative Commons).