dissabte, 3 de maig del 2008

Bicentenario II.

¡Qué oportuna filtración traía ayer La Vanguardia del proyecto de sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña! Según el periódico El Tribunal Constitucional avala que Catalunya sea nación. Ni más ni menos. Luego, la letra pequeña es menos rimbombante: el término "nación" se encuentra en el preámbulo del texto estatutario que, según el TC carece de valor jurídico. Además, no se dice expresa o taxativamente que Cataluña sea una nación sino que se emplea la alambicada forma de que, recogiendo el sentir popular, el Parlamento catalán ha definido a Cataluña como nación y que la Constitución Española (CE) reconoce este extremo en su artículo 2, al hablar de "nacionalidad". Por último, según cree saber La Vanguardia, el TC pretende compensar esta concesión con la eliminación de los aspectos de bilateralidad que contiene el Estatuto.

Un galimatías: ¿se reconoce o no condición nacional a Cataluña? Me parece que sí: a) el TC dirá lo que quiera sobre los preámbulos, pero está claro que orientan e informan al resto del articulado y que, aunque no tengan efectos jurídicos inmediatos, habrán de tenerlos mediatos. Por "efectos jurídicos" debe entenderse aquí derecho a constituirse en Estado independiente (véase mi post de ayer más abajo).

b) La referencia al artículo 2 de la CE está envenenada y viene paradójicamente a dar la razón a los parlamentarios de derechas, empezando por el señor Fraga que, en el debate de la Constitución hace treinta años, advirtieron de que el término "nacionalidad" acabaría siendo sinónimo de "nación". Con esta interpretación del TC, de ser cierta la filtración, ya se ha realizado la sinonimia y, de paso, se ha convertido al artículo 2 -que nunca fue un prodigio de elegancia o claro razonamiento- en un texto perfectamente absurdo pues proclama la exclusividad de la "nación" española para negarla a continuación al afirmar que reconoce y ampara las nacionalidades siendo así que éstas también son naciones.

c) La negativa del TC a admitir la "bilateralidad" será un jarro de agua fría a las aspiraciones catalanistas que ya creían haber hecho realidad su antigua pretensión de relacionarse con España de igual al igual. No obstante, al admitirse que el Principado es nación, esta nación volverá a plantear la reclamación, que viene de antiguo, de que se aplique al caso el principio eclesiástico del aeque principaliter.

Entre tanto el Rey engolaba ayer la voz para hablar de la "conciencia nacional" del pueblo sublevado el dos de mayo de 1808, y la señora Aguirre gorjeaba admiraciones al sentido de la libertad de aquel y su seguridad acerca de lo que era España. Por supuesto, al hacerlo como reproche implícito al desvaimiento nacional actual lo que hacía era poner de manifiesto que tampoco aquel heroico momento fundacional de la nación debió de ser tan exitoso cuando a los doscientos años hay que seguir luchando por imponer un concepto de nación que, al parecer, no es una verdad apodíctica. Y tan no lo es que el TC sanciona que en el solar patrio hay cuando menos dos naciones (aunque una sea "sin efectos jurídicos"), abriendo así el paso a que sean más, quien sabe si tres o diecisiete o incluso más porque, ya puestos, también tendrá algo que decir el Cantón de Cartagena.

Al comienzo de la Historia de la Revolución Francesa, Jules Michelet dice lleno de orgullo que la France a fait la France ("Francia ha hecho a Francia"), de donde se sigue que la condición de "nación" es un avatar que una Francia preexistente experimenta, un atributo que se asigna para constituirse en sujeto jurídico frente al Rey. Por lo que entiendo del discurso del Rey (el español) y el punto de vista de quienes se lo hayan redactado, la constitución de España en nación es simultánea con la constitución de España a secas. Antes de ser nación, España ni siquiera es España. De forma que habría que proseguir la propuesta de Michelet para que diga que la France a fait la France et l'Espagne.

Por el contrario, en el discurso de la señora Aguirre, la sublevación del dosde es la de una nación preexistente, humillada por el infame gabacho. No me importa decir que coincido con ella en este punto porque será el único en el que coincida y de modo limitado. Yo también creo que los españoles poseen una clara conciencia de formar una colectividad específica que se va abriendo paso en la Edad Media y cuaja en el Siglo de Oro. El problema es lo que vino después, en el siglo posterior (de la "decadencia") en el que se deshizo lo que se había hecho antes y el hecho de que, aun con la llamarada de la guerra contra el francés, esa nación española más o menos en agraz entonces ha mostrado estar muy mal avenida en los siguientes doscientos años, hasta llegar al día de hoy en que se discute acaloradamente (incluso a tiros y bombazos) si hay o no una única "nación española" en la parte de la Península Ibérica que corresponde con el Estado español o esta nación española coexiste con otras a las que, de paso, oprime.

Se celebren los fastos que se celebren, ¿es posible soslayar este debate en España hoy? A la vista de la interpretación que según La Vanguardia da el TC al artículo 2 de la CE está claro que no.