Por razones que no hacen aquí al caso, mi primo Enrique recuperó esta foto de nuestras madres y, tras arreglarla porque se encontraba en lamentable estado, me la hizo llegar. Están cuatro de las cinco hermanas Cotarelo Botana, hijas de doña María Botana y don Armando Cotarelo. Es una foto magnífica. Por faltar mi tía María Teresa, a quien llamábamos Menita, que andaba entonces pensando en profesar, la mayor del grupo, en el centro, es mi madre, Pilar. A su derecha está mi tía Armanda, a su izquierda mi tía Concha y sentada en el escabel cubierto mi tía Alicia que lleva una especie de sombrilla de juguete.
En realidad, todas llevan algo y van vestidas de algo, no porque sea carnaval, sino siguiendo una costumbre arraigada en la burguesía de fines del XIX y primer tercio del siglo XX de tocar con exóticos atavíos a la prole para la sesión de fotografía: mi madre, que va vestida de japonesa, lleva un abanico de plumas que no sé si estaba muy en el epíritu de la japanaiserie; mi tía Armanda, vestida de sevillana con su peineta, da la impresión de llevar otro abanico, aunque cerrado; mi tía Concha, vestida de holandesa porta un cestito con algunas hierbas y mi tía Alicia que parece ir vestida de bávara, aunque no estoy seguro, la sombrilla.Por lo demás, los trajes son auténticos: mi madre lleva kimono, Armanda un mantón y una falda con faralaes; Concha un corpiño con delantal y unos zuecos y Alicia un gorro de borlas que recuerda el de las campesinas bávaras. Debía de ser entre los años 1927 y 1929 y las cuatro chicas están encantadoras. No sé qué habrá sido de ese fotógrafo que firma con troquel: SIDO. Pero es como una especie de impronta del padre tiempo: lo que ha sido. Nuestras madres; todas ya fallecidas.