Uno de los resultados más llamativos y menos comentados de las elecciones ha sido la entrada de un partido nuevo, Unión, Progreso y Democracia (UPyD) en la Carrera de San Jerónimo. Trátase de un partido "reactivo", organizado por quienes, insatisfechos con lo que juzgan escaso nacionalismo español del PSOE y el carácter reaccionario de las políticas del PP, han acometido la nada fácil tarea de poner en marcha un partido nuevo.
UPyD ha enviado al Congreso a la que junto al señor Savater, que no se ha presentado, es su cara más conocida, doña Rosa Díez. Ésta ha culminado su sueño de llegar al Congreso en una trayectoria inversa a la que siguen muchos otros políticos que empiezan en el Parlamento nacional y pasan luego amortizados a descansar a Bruselas. Da prueba así de enorme tesón y gran fuerza de voluntad. Otra cosa es que su peso real en la cámara (1/350) sirva para algo distinto que para mantenerla en un discreto ámbito público durante los próximos cuatro años en los que, en algunas ocasiones (investidura, debates sobre el Estado de la Nación, plenarios con explicaciones de voto) tendrá la oportunidad de hacer llegar su mensaje a la ciudadanía. La cuestión es ahora si ese mensaje tiene la consistencia precisa para que los ciudadanos acaben visualizándolo como algo distinto al "partido de doña Rosa Díez".
A los efectos me ha parecido interesante una aportación de don Euclides Perdomo acerca de las concomitancias del ideario de UPyD con las formaciones fascista y nazi de los años veinte y treinta del siglo pasado. Es una tesis provocativa y bien argumentada. Juzguen Vds. mismos si es convincente leyendo el texto de La Caudilla. "Euclides Perdomo" es un seudónimo. Sé muy bien a quién corresponde y no soy yo, que escribo mucho peor, ni lo revelaré por nada del mundo, salvo que él me pida que lo haga.
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