dimecres, 6 de febrer del 2008

Noche de nervios.

Todos los medios lo predecían: primarias sin precedentes. Y así ha sido o está siendo hoy por la mañanita temprano, con casi todos los distritos escrutados tras una jornada de muy alta participación y un par de feroces tornados que han dejado víctimas mortales en los estados de Tennessee y Arkansas (los dos, por cierto, a favor de Hillary Clinton) en este país continente.

En el campo demócrata las cosas están muy equilibradas. Ciertamente, la señora Clinton ha ganado en los dos estados decisivos de Nueva York y California, así como en Arkansas en el que su marido fue gobernador. En total, ocho estados para la mujer del ex-presidente. Pero Mr. Obama le sigue de cerca como puede apreciarse en el mapa de la derecha que saco (y arreglo) del New York Times y que muestra su victoria en catorce estados. Falta Alaska. Todavía no sabemos cuántos delegados corresponderán a cada uno dado que el escrutinio no está cerrado al cien por cien, pero sí parece claro que el proceso de nominación seguirá en los más o menos veinte estados que quedan y hasta la convención nacional del Partido Demócrata en agosto. Leo en el análisis de Lluís Bassets en El País de hoy que Timothy Garton Ash proponía hace unos días la fórmula que yo reputaba imposible ayer: tándem Clinton/Obama u Obama/Clinton, aunque él, más definido, sugería la señora Clinton de presidenta y el señor Obama de vicepresidente. Sigue pareciéndome no sólo improbable, sino poco posible, aunque uno pueda sentir secretas simpatías por la fórmula. Parece como si cuando un presidente no es un wasp, no pueda ser un Full President y tenga que compartir poder con otro proyecto. Los Estados Unidos son un sistema anglosajón, de cultura política mayoritaria y esas fórmulas de coalición que ponen a colaborar a enemigos jurados en supuesto beneficio de la "cosa pública" y por las que los europeos continentales nos inclinamos con fruición italiana y hasta florentina, no están en su tradición.

En todo caso, la batalla demócrata sigue con gran intensidad y si, como es de esperar, los dos contendientes llegan a la Convención Nacional igualados, tendrán que encontrar alguna fórmula de consenso. Lo que parece cierto es que el hartazgo de los siete (va para ocho) años de política arrogante, ciega, cerradamente procapitalista, agresiva y (en mi opinión) inconstitucional del señor Bush, ha movilizado al electorado demócrata como nunca. Eso es lo que se deja entrever en los dos emocionados discursos de ambos candidatos demócratas al final de la noche.

En el campo republicano los asuntos están más confusos. Fue éste el que dio la primera sorpresa de la noche, cuando el cura Huckabee ganaba Virginia Occidental gracias a los votos prestados de Mr. McCain en segunda vuelta. Así se destapó la estrategia que ha acabado dando una victoria al septuagenario excombatiente de Vietnam y moderado republicano sobre sus dos rivales, esto es, el apoyo a Huckabee para derrotar al mormón millonario. Y, en efecto, como pude verse en el mapa más arriba, Mr. McCain aparece como ganador entre los republicanos (donde, además, rige el principio mayoritario por lo general) en mucha mayor medida que la señora Clinton entre los demócratas. La estrategia tiene el riesgo de que, al mantener en la carrera a Huckabee, los dos candidatos conservadores, el cura baptista y Mr. Romney se alíen para derrotar a Mr. McCain que todavía ayer sufría ataques dialécticos fortísimos de parte de los sectores más reaccionarios del Partido Republicano. Todo eso son futuribles, desde luego. Lo que queda de esta noche en el campo republicano es una clara victoria de Mr. McCain (que se lleva California, Nueva York y otros estados "liberales" de la costa Este), a bastante distancia de sus competidores, muy igualados entre sí.

En resumen, Mr. McCain parece claro destacado en la carrera a la nominación en el campo republicano, lo que indica un viraje importante de esta tendencia hacia políticas más moderadas, alejadas del integrismo neocon del actual mandatario, cuya ejecutoria, que no puede ser más lamentable en los tres órdenes esenciales de las libertades civiles, el bienestar económico interno y la política internacional, no reivindica nadie en su propio partido y sólo encuentra admiradores en el PP español y su órgano mediático, la COPE.

En el campo demócrata se afianza la revolución de los nuevos tiempos. Parece que, como era de prever, ganará la señora. Pero, para satisfacción de quienes simpatizamos con esta orientación, gane el que gane (la mujer o el afroamericano), significará un notable adelanto para los Estados Unidos y, por extensión el mundo entero: los EEUU avanzarán hacia formas más reales de Estado del bienestar (poniendo fin a la estúpida pesadilla del neoliberalismo más selvático), mayores garantías de Estado de derecho, una política internacional menos agresiva, respetuosa con la legalidad internacional y, last but not least, a tono con las preocuaciones actuales con las urgentes cuestiones del cambio climático y la cooperación internacional.