No puedo retener mi satisfacción por la magnífica reacción de la sociedad civil española ante la demasía de los prelados que, después de llevar cuatro años torpedeando las políticas progresistas del Gobierno socialista, manifa va, manifa viene, y de dar rienda suelta a los insultadores oficiales que tiene en nómina en la COPE, arremete con una traca al final del mandato mediante una última manifa llena de embustes y acusaciones injustas y una nota, prodigio de hipocresía y fariseísmo, tratando de empujar a su grey a votar al PP y no hacerlo por el PSOE.
Tanto desafuero tenía que encontrar condigna respuesta en la izquierda, desde la moderada a la más radical, que parece estar dándose cuenta de que la política de entendimiento y moderación con la jerarquía no tiene sentido porque esta última está movida por su eterno afán de imponer sus particulares creencias como si fueran de obligada y universal observancia.
Empezó la respuesta el señor Bono, un reconocido católico, hasta un poco beato, recordando algo de Perogrullo: que Veinte obispos no son la Iglesia universal. Obvio. Aplausos al señor Bono.
Siguió el señor Guerra, que estuvo moderado, para lo que es su estilo, diciendo que los obispos no van a dejar otro camino que revisar los acuerdos con la Santa Sede. Ahí les duele. Aplausos reforzados para el señor Guerra.
Salió después el señor Torres Mora, católico ferviente que yo sepa, insistiendo en que, después del nueve de marzo debe haber cambios en la autofinanción de la Iglesia. Más aplausos con algunos pitos. Supongo que los monseñores empezarán a gimotear que se sienten insultados. Siempre que ven que les tocan la caja de las subvenciones del Estado dicen que los insultan.
Doña Maribel Montaño, secretaria de igualdad del PSOE, pide a los obispos que cumplan la ley y la Constitución e incorporen a las monjas a la jerarquía. Sí señor, tal cual. Ya está bien de este estamento exento que se cree por encima de la ley pero pretende dar lecciones a todos los demás. Aplausos y pitos atronadores a la señora Montaño. Es cierto: primero, que cumplan la ley; luego, ya veremos.
El señor Joaquín Leguina, conocido por su carácter sentencioso y rotundo, llama en su blog a los obispos cuadrilla de necios. Supongo que algún sinsorgo dirá que eso sí es un insulto cuando, a la vista del tomate, es una exquisita definición con la que, probablemente, estará de acuerdo el presidente de la Conferencia Episcopal, el prudente y silente Monseñor Blázquez quien aún no ha dicho esta boca es mía, asustado, sin duda, de la necedad de sus colegas. Aplauso a Leguina y ovación.
En el momento de recoger su Goya como mejor actor, el señor Alberto San Juan dice -y resume un sentir muy generalizado en España incluso entre católicos practicantes y no practicantes- que "La Iglesia es una catástrofe que insiste en jodernos la vida" y añade que hay que disolver la Conferencia Episcopal. No le acompaño en el deseo porque es bueno que la carcunda hable para que se produzcan sanas reacciones del cuerpo social como la suya. Entre tanto, aplausos y gran ovación.
Finalmente, coronando tan sensatas como oportunas opiniones y poniendo un broche de oro con bíblica ironía, el señor Llamazares que cada día está mejor y más votable enuncia un decálogo (muy bueno, don Gaspar, es el lenguaje que los prelados consideran familiar; añada que se lo ha dictado Dios en la vasta soledad de Sinaí) de un verdadero Estado aconfesional, que empieza por denunciar los acuerdos inconstitucionales de 1979 y termina pidiendo la apertura de un registro de apostasía. Ni más ni menos. Aplausos, ovaciones y vítores, don Gaspar.
Culmina el desfile el presidente del Gobierno en una magnífica entrevista publicada en tres días en el Veinte Minutos en la que deja claro que "Hay un contrato entre el PP y el sector más duro y radical de los obispos", si bien luego, muy en su papel de político demócrata, tolerante, dialogante y respetuoso con la ley y la Constitución, dice que no piensa tomar represalia alguna con la clerigalla. Añade el señor Rodríguez Zapatero que, si bien la Constitución dice que España es un Estado no confesional, también dice que ese Estado debe tomar en consideración que la católica es la religión de la mayoría de la población. Muy cierto, muy cierto, don José Luis, el Estado, el Gobierno, deben tomar en consideración a la mayoría de la población; no a la jerarquía. Y si quiere saber por dónde van los tiros, pregunte Vd. a esa mayoría de la población, católicos practicantes y no practicantes. La mayoría de esa mayoría está hasta las narices de la intemperancia y la insolencia de los obispos.
Francamente, creo que se trata de una reacción ejemplar del cuerpo social contra este intento de dominación por aplastamiento de un clero montaraz y enemigo de la libertad, el pluralismo y el respeto a los derechos de todos.