Si las potencias del cielo y de la tierra se alían en contra de ti y buscan tu perdición lo tienes crudo. Eso es más o menos lo que le pasa a ETA en los últimos tiempos. Con todo su andamiaje económico, mediático, empresarial, solidario, organizativo y sindical por los suelos merced a las condenas en el macroproceso 18/98 que enfila a casi todos los procesados camino de la trena como si fueran los condenados a galeras del Quijote, ETA no es ni sombra de lo que era, como tampoco Batasuna, ahora que su dirección nacional se encuentra, precisamente, a la sombra sin que, por lo demás, pase algo en el País Vasco, algo distinto a lo que ya pasaba antes.
Junto a la condena divina ETA cosecha también la terrena. El presidente Sarkozy ha hablado como Júpiter tonante a la puerta del Olimpo: de atentar en Francia, nada. Ya había dicho hace unos meses que ETA es un problema español o sea, que de hacer dumping de terroristas también nada. Los términos del señor Sarkozy han sido contundentes: los enemigos de la democracia española son nuestros enemigos. Da gusto oír a un europeo hablar de esta manera, sin escabullir el bulto y sin insinuar que los españoles, ya se sabe, no son tan cuidadosos en las cosas de los derechos humanos. Con un poco de suerte y de perseverancia en España pùede hablarse de ETA en pasado...siempre que el PNV no complique el panorama como parecía ayer dispuesto por boca del flamente nuevo presidente, señor Urkullu.