divendres, 14 de desembre del 2007

Batasuna en Estrasburgo.

Aprovechando que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha admitido a trámite una demanda de Batasuna contra su ilegalización por violación de los artículos 10 y 11 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, un lector hace un par de días escribía un comentario insultándome (desde el anonimato, claro) y diciendo que hay muchas posibilidades de

"... que la siniestra Ley de Partidos sea declarada contraria al Tratado de Roma de Derecho Humanos . Supongo que en dicho caso , tendrá usted el valor de rectificar sus muchas sandeces , y pedir disculpas a quienes de forma continuada ha calumniado . Aunque no creo que este acto le aporte ningún beneficio en el partido , sería un acto que le devolvería el respeto de quienes , a pesar de todo, creemos que usted puede aportar mas, mucho más, a este debate. Saludos."
Supongo que a estas alturas es inútil manifestar el hastío que produce esta gente que no sabe hablar sin agredir ni insultar, ya sean de derechas o de izquierdas, locutores de la COPE o miembros de Batasuna o de cualquier organización de ese tipo. Si por calumnias entendemos lo que hay que entender (atribuir a alguien falsamente la comisión de algún delito), jamás he calumniado a alguien; respecto a si digo o no sandeces, la opinión es libre; y lo del partido, tratándose de mi modesta persona, que no pertenezco a ninguno ni por asomo, sólo delata que este insultador debe de creer que todos somos como él. Me dejan perplejo quienes entran aquí a cabrearse con lo que escribo y, en consecuencia, a insultar. Es algo absurdo. No sé si los señores Luis Del Pino (¿es Luis?) o Pernando Barrena tendrán blogs; pero sí sé que, si los tienen, no los leeré nunca y mucho menos perderé el tiempo en redactar comentarios insultándolos

Todas las entradas de este blog son abiertas, por lo que desafío al anónimo lector a que busque y cite en cuál de ellas se ha calumniado a alguien. Si no lo hace, quedará a su vez como calumniador porque la calumnia es un delito. Claro que, yendo de bravo anónimo supongo que no le importará porque al fin y al cabo nadie salvo su conciencia lo sabrá, y ésta última tiene pinta de ser muy holgada.

En cuanto al fondo del asunto, que es aquí lo importante, me gustaría matizar, no por el comentarista (al que no juzgo capaz de apreciar matices ni interesado en hacerlo) que siempre me opuse a la Ley de Partidos y jamás la aplaudí. Yo no la hubiera aprobado y entendí entonces que el PSOE no debió apoyarla en su día, cosa tanto más innecesaria cuanto que el PP tenía en aquellas fechas mayoría suficiente para sacarla adelante sin los votos socialistas. Lo que también he dicho siempre es que, una vez que está en vigor, a mi modo de ver, el procedimiento habría de ser acatarla y, luego, promover su derogación. Admito otra fórmula: incumplirla y aceptar la pena que el incumplimiento de toda ley conlleva, que es en lo que consiste la desobediencia civil, práctica por la que tengo mucho respeto por parecerme moralmente digna. Lo que no admito es quebrantar la ley vigente porque sí y no querer sufrir la sanción correspondiente, burlarla, defraudarla y pretender impunidad. No me gustan los trágalas ni las políticas de hechos consumados. Si eso le parecen sandeces al ilustrado comentarista, con su pan se lo coma. Así que si el TEDH ampara a Batasuna y declara que hubo violación de los derechos proclamados en los artículos 10 y 11 del Convenio, cosa que está por ver, quizá sea una buena ocasión para revisar esa malhadada ley, si no para derogarla sin más, habida cuenta de que, para proceder contra Batasuna, basta con el Código Penal.

Termino: aseguro al anónimo comentarista que no tengo el menor interés en ganarme el respeto de insultador alguno. Al contrario: si así fuera me preguntaría qué haya hecho mal.

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