dimarts, 6 de novembre del 2007

Desmintiendo.

Con motivo de mi recensión del libelo del señor Lizcano (publicada en las revista Sistema y El Catoblepas) de la que los lectores tienen noticia, el editor, señor José Luis Gutiérrez, me dedica un feroz ataque en el número de marzo de la revista Leer que al parecer dirige o publica. Esto es, no contesta el propio injuriador, sino que lo hace su editor. A éste le agradezco que reconozca (a regañadientes) que mi reseña representa "la digna tentativa de defender un apellido", si bien no se trata se eso, ya que el apellido brilla con luz propia sin necesidad de defensa, sino de salir al paso de la infamia, propalada por su editorial. No puedo agradecerle, en cambio, que el resto del artículo sea una sarta de mentiras e insultos. Como no he de aburrir a los lectores, refutaré las mentiras y soslayaré los insultos por no ponerme a la bajura de quien los profiere.

Dice el señor Gutiérrez: "Le nombré y mantuve como miembro del Consejo Editorial de Diario 16 al acceder a la Dirección del periódico, el 28 de julio de 1992". Mentira. Me nombró en 1989 Justino Sinova, entonces director. Al acceder el señor Gutiérrez, me encontró allí. Poco después el consejo editorial se disolvió y él acabó echándome del periódico en 1994, tras haber intentado censurarme varios artículos. De lo primero hay prueba hasta fotográfica en el propio Diario 16; de lo segundo incluso testigos.

"...y con él compartí innumerables debates y reflexiones, siempre desde una relación personal correcta y amistosa. No obstante, siempre me sorprendía su actitud intelectual –que jamás critiqué, entendiendo que la pluralidad ideológica del periódico lo debía de permitir...". Y, para probarlo, lo dicho, me echó por discrepar.

"...que daba un giro de ciento ochenta grados a medida que se aproximaban las fechas electorales. De ser uno de los más feroces críticos con el Gobierno socialista, incluso más que cualquier otro miembro del Consejo, súbitamente, y en horas veinticuatro, pasaba a defenderlo y a pedir sin el menor pudor intelectual el voto para Felipe González." Mentira. Y aunque fuera verdad, ¿qué? ¿Hay que dar cuenta al señor Gutiérrez de los posibles cambios de opinión de cada cual? ¿En virtud de qué? ¿La ha dado él de por qué pasó de halagar a Felipe González a denostarlo sin tasa ni tino, como hicieron cuantos esperaban mercedes del poder que no se materializaron?

"Tras mi expulsión de la Dirección de Diario 16, el 1 de febrero de 1996, escribió un libro de infausta memoria.." Doble mentira. El libro es de 1995 y a él no lo expulsaron sino que parece lo despidieron por la incompetencia de su gestión, que dio al traste con el periódico."...apuntándose a aquel montaje fascista, a aquella disparatada campaña de linchamiento nazi de “La conspiración republicana”, según la cual un grupo de siete periodistas –entre ellos este Editor– pretendía derribar el Gobierno, hacer abdicar al Rey Juan Carlos I y forzar la llegada de la III República." Más mentira. El libro no se "apuntaba" a nada, sino que analizaba y documentaba por primera vez aquella conspiración que ciertamente existió, como ha acreditado ya varias veces el señor Anson. Y, fueran más, fueran menos, el señor Gutiérrez participaba con entusiasmo; si bien, claro es, en ella había clases, curas y monagos, y unos le sacaron luego mejor partido que otros. A la vista está.

"Después, fotos y magnetoscopios recogieron su inolvidable actuación una tarde parlamentaria, en la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados...". Mentira. No hubo "fotos ni magnetoscopios", sino un incidente recogido por el señor Bonifacio de la Cuadra en El País y magnificado luego por la caverna mediática. El propio señor Gutiérrez, entonces director de Diario 16 encargó a una pluma de mucha confianza y pocos escrúpulos, doña Curry Valenzuela, que escribiera una crónica poniéndome a bajar de un burro; y ésta, con la inteligencia que le caracteriza, se fue a unos artículos de ficción literaria y humorística que había yo publicado, se los tomó en serio e hilvanó una historia desternillante que el señor Gutiérrez publicó en su periódico pensando que era un requiescat.

Todas estas mentiras son eso, mentiras, y mentiras gratuitas pues no vienen a cuento de lo que se trata, que es el libelo del señor Lizcano. Pero el señor Gutiérrez las introduce porque, movido por el odio, piensa que así hace más daño. En cuanto a los insultos directos o indirectos que me dedica, que si "semiiletrado" (sic), fascista, nazi, etc, son parte de su pintoresco e inimitable estilo.

Por lo demás, quien lea la recensión y la diatriba del señor Gutiérrez verá que aquella se mantiene del principio al final, puesto que no se trata de determinar qué libro se escribió antes, el del señor Lizcano o el señor Mesa, sino de si el del difamador Lizcano (que él ha publicado) tiene o no dignidad. Y es evidente que no.

(La imagen es un grabado de 1892 del célebre Tsukioka Yoshitoshi que representa a Minamoto no Yorimitsu dando muerte a la montruosa araña de tierra 1892).

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