"Desvarío", no desafío, dice la señora De la Vega que es la propuesta del lehendakari Ibarretxe de convocar una consulta el año que viene. "Cálculo electoral" dice que es el señor Rubalcaba. El Gobierno, está claro, no tiene un criterio único porque los cálculos suelen ser lo contrario de los desvaríos, aunque si se trata de cálculos electorales, pueden ser desvaríados. Hay que ver con qué seguridad en sí mismas se presentan a las elecciones gentes que luego obtienen menos del 0,5 % del voto.
El señor Ibarretxe tiene complejo de Moisés: ha de conducir al pueblo elegido (los vascos, qué duda cabe) a la independencia prometida, para lo cual pide permiso al Gobierno de España, para que le deje organizar la consulta en Vasconia, igual que Moisés solicitaba del Faraón que permitiera el éxodo del pueblo de Israel. Pero Dios endurecía el corazón del Faraón y el del señor Rodríguez Zapatero. A pesar de todo, el señor Ibarretxe, que ayer hizo una representación soberbia del Let My People Go en las campas del Alderdi Eguna, convocará la consulta con o sin acuerdo con Faraón Zapatero.
Está claro que no va a conseguirlo porque los tribunales y los aparatos represivos del Estado no van a dejarle. La consulta no sólo es ilegal sino que además es absurda porque consiste en preguntar a los ciudadanos si, pasado un tiempo, quieren que se les pregunte sobre cómo desean organizarse políticamente. Y ¿por qué no lo pregunta ya directamente? La ilegalidad es la misma pero, en el segundo supuesto, el señor Ibarretxe llega al final de su propósito. A continuación interviene ETA diciendo que, como aquí no se puede consultar nada, sigue el baile. El baile de la muerte, se entiende. Que a lo mejor es lo que se busca.