Ya tiene mala suerte el señor Rajoy. Parece como si ETA estuviera de acuerdo con el Gobierno para fastidiar al PP. No solamente no tiene a su merced al señor Rodríguez Zapatero cual debiera sino que se obstina en dejar que detengan a sus gudaris como si fueran principiantes. Así no hay quién pueda. Ayer detuvieron al coronel de artificieros etarra junto a sus colaboradores. Un pájaro capaz de armar una bomba de doscientos kilos de explosivo en un santiamén al que se acusa de haber fabricado la de la T-4. Parece que aprendió el oficio en alguna guerrilla centroamericana hace unos años. Claro, lo hizo allí porque no había barrera lingüística. Cuando en su tierra sólo se hable euskera tendrán que ir a hacer las prácticas a las zahúrdas de Plutón.
El Gobierno se obstina en mostrar que se las tiene tiesas a ETA cuando es obvio que anda buscando excusas para ponerse a negociar de nuevo, según explica de continuo el señor Mayor Oreja que tendrá información, digo yo, ya que fue ministro del Interior. Pero, en lugar de dar la razón al PP, los etarras se dejan detener a mansalva, ocasionando un gran trastorno. Porque a ver quién no va alegrarse de saber a buen recaudo a estos cuatro mendas, especialistas en destripar a sus semejantes cuando estén más descuidados y en pro de una idea que más parece una alucinación colectiva
De todas formas, algún asesor ha dado con la fórmula para que la última caída de los artificieros terroristas no cause muchos destrozos en las doctrinas de la derecha: la acción policial va bien, sin duda, pero es hora de pasar a la acción política. Por "acción política" hay que entender la ilegalización de ANV porque, con el señor Otegi entre rejas hace un par de meses, ya es poca la "política" que queda por hacer. A pesar de todo hay que esgrimirla para que no siga teniendo preferencia la noticia policial o habrá que acabar reconociendo que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado lo hacen de cine.
Las desgracias nunca vienen solas, ya se sabe; al día siguiente de la detención de los etarras, como si se hubieran puesto de acuerdo para darle mayor resonancia, sale la entrevista que Javier Moreno, director de El País hace al presidente del Gobierno. Los de ETA no consiguen que estallen las bombas pero el Gobierno si lo hace con las suyas. Porque la entrevista es como una bomba mediática, como el disparo para la salida de la recta final hacia las elecciones de 2008 que pilla al señor Rajoy defendiendo con uñas y dientes su derecho a seguir siendo candidato después de perder las dichas elecciones, cosa que tiene muy cruda. Lo peor que puede pasar a un partido es perder unas elecciones porque es más que probable que pierda las siguientes. Pronosticar acerca de las subsiguientes es muy arriesgado.
En todo caso, el golpe de efecto de la entrevista es enorme. Es desconcertante la suposición que hace el señor Moreno en la entrada, al afirmar que, salvo por el error de las elecciones municipales, el presidente se niega a admitir críticas ni siquiera por los aspectos que revelan fallos obvios de gestión. Es posible, pero eso es interpretación del señor Moreno. Un lector independiente puede decir que es él quien no sabe sacarle la confesión al respecto. Si es que hay un respecto. Y esto sin contar con que ni en lo de las municipales admite la crítica el señor Rodríguez Zapatero o yo no he sabido verlo. Se queja de que algunos misteriosos "sectores de opinión" trataron mal al señor Sebastián, candidato paracaidista al Ayuntamiento de Madrid, impuesto autocráticamente por el señor Rodríguez Zapatero. Y no le he leído decir que aquel nombramiento fuera una cacicada; que lo fue.
La entrevista es magnífica. Hace un balance optimista de la acción del Gobierno con el que coincido básicamente, aunque sostengo que en ciertos aspectos, pensiones, salario mínimo, vivienda, se podría haber hecho algo más y antes. Sobre las demás cuestiones hace consideraciones de gran interés para todos, aunque no sea más que porque las hace el presidente del Gobierno. En lo referente a ETA el mensaje es claro: lasciate ogni speranza. La negociación estuvo bien y todo fue bello mientras duró pero, rota la tregua, es la guerra de nuevo.
Con relación a la crisis del mercado hipotecario estadounidense reitera el criterio del señor Solbes de que no hay riesgo en España porque las entidades de crédito han operado siempre con los márgenes de seguridad adecuados. En la cuestión adyacente del acceso a la vivienda no está especialmente brillante ni inspirado aunque, en general, el hombre da respuestas pertinentes.
El periodista olvida preguntar al presidente por tres cuestiones sumamente delicadas que podrían ponerlo en un apuro. La primera es por el estado de las relaciones con los EEUU y si hay previsto un encuentro con el presidente Bush. La segunda es qué pretende hacer frente al señor Ibarretxe que, vascón irredento, pugna por realizar una consulta popular a pesar de que no tiene mandato, es ilegal y no se dan las condiciones que él mismo había impuesto para celebrarla. La tercera por si va a modificar en algo sus puntos de vista en la llamada "ley de la memoria histórica".