Ayer celebramos el segundo aniversario de mi hijo Ramón. Todavía no sabe que tiene dos años ni que es de rigor apagar las velas de la tarta, pero se le hacen más fiestas que si volviera de la guerra del África. Aprovechando que era domingo, ya en la bajada de las vacaciones, nos reunimos algunos amigos y familiares y, quién más, quién menos jugó con él, con lo que el hombre quedó derrengado ante tanta emoción.
Aquí lo vemos rodeado de bellas mujeres: su madre Celia y su tía Mabel en el centro y en los extremos sus dos primas, Leticia y Cristina.
No sé cómo se le dará a Ramoncín este capítulo tan importante en la vida de ser bienquisto de las mujeres. De momento va bien servido.