Las cosas de la vida. Iba a postear algo más sobre Bergman y se muere Antonioni, otro mito de la época, aunque muy distinto. Allí donde Bergman pretendía mandar mensaje de preocupación por las postrimerías y las oscuras cuestiones del ser humano, celos, envidias, ambiciones, etc, Antonioni se concentraba en lo de la incomunicación entre la gente, con lo que su mensaje desaparecía y sus relatos se eternizaban. Sus pelis eran muy buenas y muy cuidadas estéticamente, salía uno con el espíritu por los suelos de pura angustia; pero tendían a parecerse bastante. A uno se le quedan en la memoria como distintas, con personalidad propia, Blow up y Zabriskie Point. Sobre todo la primera, que está inspirada en un cuento de Cortázar comprendido en Las armas secretas, "Las babas del diablo". Un relato de cómo una fotografía interfiere en una historia y la tuerce. El cadáver que revela la foto de Thomas (David Hemmings) es el hombre mayor con el rostro maquillado que emerge del fondo de la de Michel, el fotógrafo del relato de Cortázar que habla de él en tercera persona. El Blow Up se prolonga en el final de Zabriskie Point de un modo espectacular. Merece la pena ver la secuencia, aunque es un poco larga porque es como una celebración.
La celebración del que hace estallar todo desde dentro, un rito simbólico y como iniciático. Es difícil encontrar un ataque más duro a la sociedad de consumo. La banda sonora de Pink Floyd hace el resto. Al final, el propio Antonioni ha sido blown up.