dissabte, 21 de juliol del 2007

Ya vale.

¿Qué jueces tiene España? ¿Han pensado que los justiciables somos idiotas o siervos de los que se puede abusar impunemente? ¿Menores de edad a los que hay que tutelar decidiendo por ellos qué pueden y no pueden ver? La profesión legal, en sus distintas y magníficas actividades (jueces, abogados, fiscales, etc) no es un repositorio de sentido del humor, pero alguien debería explicar a estas eminencias que el humor, como la poesía, según se estableció en un famoso proceso en la IIIª República francesa, no delinque. Doy por supuesto que el fiscal que ha instado a la acción y el juez que ha ordenado el secuestro admiten que las caricaturas no constituyen injurias... y espero no dar demasiado por supuesto. El delito de injurias debe de residir, por tanto, en lo que algunos periódicos púdicamente llaman la actitud "sexual explícita" de ambos caricaturizados y eso es lo inadmisible, que estos autoerigidos guardianes de la moral consideren injuria la actividad sexual explícita o implícita. Pues no, señor, esa es una actividad normal y corriente que practica todo aquel que quiere y/o puede, incluidos los magistrados de la Audiencia Nacional. Injuria hubiera sido que se mostrara al Príncipe Felipe (si es que es él) dando una paliza a la princesa de Asturias sin que tal cosa fuera verdad.

Y obsérvese que no hace falta recordar aquí que los príncipes, como los reyes, los papas, los altos dignatarios, presidentes de gobiernos, los magistrados de la Audiencia Nacional, entre otros, todos quienes toman decisiones que afectan a la vida de los demás tienen que ser capaces de aguantar caricaturas y chistes a su costa. Entra en su sueldo, que lo pagamos todos; y ya está bien de tratar de intimidarnos.

En otra muestra de inaceptable intromisión en los derechos de los ciudadanos, anteayer, el señor Enrique López, portavoz del Consejo General del Poder Judicial (un órgano que lleva sin renovarse desde noviembre pasado porque al PP no le interesa, sin que a ninguno de sus componentes conservadores se le ocurra dimitir) pidió a los políticos que "atemperen" sus críticas hacia el juez Miguel Hidalgo Avia, de la Audiencia Provincial, que condenó injustamente a los tres policías del "caso Bono" como ha sentenciado el Tribunal Supremo. Cuando aquella inicua condena se produjo José Antonio Martínez Soler, en su blog vaticinó que el "caso Bono" acabaría siendo el "caso Hidalgo". Ya lo es. Y que yo sepa, el señor Enrique López, afin al PP, no pidió en su día que se atemperaran las críticas y más que críticas que los políticos de la derecha y sus periodistas lanzaron contra los policías, a los que literalmente arrastraron por el lodo. Sin embargo, esos policías eran inocentes, como sabíamos todos los que visionamos el video de las agresiones a Bono, cosa que está por ver en el caso del juez. El señor Hidalgo, que fue miembro de la siniestra Brigada Político Social de Franco, una brigada de torturadores, sentenció injustamente, causó un irreparable daño moral y material a tres probos funcionarios y ahí sigue tan ricamente, presto a hacer de las suyas sin que, al parecer, se pueda decir que cuando un juez dicta una sentencia tan evidentemente injusta, sabe Dios con qué motivos, no sólo no debiera seguir siendo juez, sino que tendría que sufrir condigna sanción. Por supuesto, todo el mundo puede equivocarse; pero si hubo equivocación o no en este caso debiera ser otro tribunal quien lo decidiera. De lo contrario, los justiciables seguiremos expuestos a que jueces con un pasado como el de éste sigan aplicando la justicia del Caudillo. No digo que lo despellejen como ejemplarmente ordenó Cambises que se hiciera con el juez prevaricador, según cuenta Herodoto e ilustra Gérard David en una tabla de 1498 (Museo de Groeningen, en Brujas) pero sí que este comportamiento no debe quedar impune.