He aquí el video de publicidad del club de fútbol de Getafe, Madrid. No está mal. Trasmite su mensaje con bastante claridad, apoyándose en episodios de la historia sagrada y la profana que son del dominio común: el sacrificio de Abraham, la condena divina a Moisés a vagar cuarenta años por el desierto, la quema de algún hereje (Bruno o cualquier otro), Adán perdiendo su costilla o las últimas palabras de Cristo en la cruz. Y ese mensaje es simple: tu equipo está por encima de tus creencias religiosas. No veo que se insulte o falte a nadie. Sólo veo una opinión tan aceptable o condenable como su contraria (esto es, que tus creencias religiosas hayan de estar por encima de tu equipo de fútbol), ilustrada con gracia aunque con un poco de cursilería y bastante petulancia.
Pues ya están los obispos en pie de guerra en contra del anuncio y sus monagos del PP pidiendo que se retire. Lo de siempre: unos señores pretenden coartar la libertad de expresión de otros pretextando no un daño objetivo y claro a un bien público (por ejemplo, un folleto en el que se mienta sobre las posibles consecuencias patógenas de una crema dentífrica) sino aduciendo que hiere la sensibilidad de unos u otros y sus creencias que, en todo caso, son un asunto privado.
Como era de esperar, ya han salido a relucir las famosas caricaturas de Mahoma en Dinamarca y el consiguiente follón. Un diputado del PP de olvidable nombre ha dicho que se siente legitimado para protestar por este “atropello” porque en su día protestó contra el otro. O sea, que el mucho protestar da la razón. A mi ver se trata de dos protestas muy legítimas, desde luego, pero sin sentido, propias de quienes pretenden convertir en ley universal sus sentimientos, creencias, caprichos y supersticiones y que parecen dispuestos a reconocer lo mismo a cuantos neuróticos como ellos haya en el planeta.
Pero esto no es admisible y ya aburre a las ovejas. El que se sienta ofendido en sus creencias privadas por una manifestación pública ajena a ellas es libre de no atender, no mirar, no escuchar a quien perpetre la supuesta ofensa. También a mí me parece deplorable que unas gentes mayores de edad crean a ojos evidentemente cerrados que una señora puede ser madre y virgen al mismo tiempo o que otro señor muerto por crucifixión resucite al tercer día y ascienda a los cielos como si nada, pero no se me ocurre coartar su libertad de expresión.
La blasfemia puede ser un pecado atroz y llevar aparejadas las peores penas en esta vida para los creyentes dentro de su iglesia y en la otra, si la hay, para todos, pero no puede ser un comportamiento jurídicamente sancionable. Si los católicos quieren que el ordenamiento jurídico sancione sus supersticiones, que se compren una isla y establezcan una teocracia, pero que nos dejen en paz a los demás, que ya somos mayores para decidir qué queremos ver y qué no.
Incidentalmente y, como siempre pasa con la estupidez, menuda propaganda han hecho los curas y los meapilas al club de fútbol de Getafe.