Es curioso cómo han venido pareciéndose a lo largo de los siglos las concepciones de las edades de la vida, tanto sus representaciones como las tareas que se les encomendaban...hasta el día de hoy. Me atrevería a decir que vivimos en la época de la humanidad en que por primera vez se ha roto esa especie de sabiduría inmutable.
La ilustración de la izquierda es una miniatura del siglo XIV, de uno de aquellos libros, especie de breviarios, mezcla de santorales, devocionarios, calendarios y vademecum, llamados Très riches heures... y representa la idea medieval sobre las cuatro edades del hombre; el hombre noble, claro es, la vida del villano discurría de forma muy distinta y no se diga la del siervo. En este castillo señorial, a través de cuya ventana vemos un simbólico árbol de la vida se concentran los cuatro momentos típicos de la vida: el niño que juega con un taca-taca, el joven dedicado a la caza con halcón y, probablemente a la poesía trovadoresca, el adulto, en armadura completa y con lanza, entregado a la noble actividad de la guerra y el anciano con su cayado que parece estar despidiéndose. Cada cual sabe el lugar que tiene en la vida y en eso descansa el orden que se pretende inmutable. Pero lo que está claro es que todas las edades están, por así decirlo, fuera del negocio social, son irresponsables, excepto el caballero. El niño, el joven, el anciano son "bocas inútiles"; la resposabilidad social recae sobre el guerrero, como corresponde al ideal de la sociedad "militar" que Spencer postulaba como evolutivamente anterior a la "industrial", que era la suya, la nuestra.
Somos nosotros, los contemporáneos, quienes hemos alterado sensiblemente esa distribución de las funciones sociales por edades, al reconocer mayor importancia social y capacidad de decisión a los jóvenes (algo que han conseguido ellos y nadie les ha concedido) y prolongr al mismo tiempo la actividad social de los ancianos, cosa que también se han ganado ellos. De ahí que también nos neguemos a reconocer las edades de la vida como compartimentos estancos.