En El País del domingo pasado abrieron un debate bien interesante sobre un fenómeno muy curioso: "¿Por qué los intelectuales de izquierda se hacen de derechas?" Participan dos conocidos intelectuales, los dos de izquierda, uno más radical que el otro, Francisco Fernández Buey, con un artículo titulado El truco de la autocrítica e Ignacio Sotelo con otro titulado Fin de las oscilaciones. El de Sotelo me pareció el más flojo de los dos y, a veces, incomprensible, cuando no claramente condicionado por la experiencia del autor en Alemania en los años 60 y 70. Casi cabría pensar que cree que esto de ser de izquierda o de derechas es cosa de modas y de ahí el título del artículo.
El de Fernández Buey me pareció no solamente más interesante, sino más atingente a la cuestión que se trataba de dilucidar. Tendría dos cosas que reprocharle y nada baladíes. La una, que valore por encima de todo la perseverancia en las creencias como si ésta fuera una bendición de los cielos muy superior a la capacidad para cambiarse y adaptarse a la realidad que, al menos en el sentido político, no cesa de variar; lo que llama "transformacionismo" que no estoy seguro de que sea una elección terminológica acertada. La otra que dé la impresión de estar cien por cien seguro de saber qué sea la izquierda, concepto sobre el que, sin embargo, no reina general consenso. Por ejemplo, me atrevo a pensar que eso que se llama la "izquierda radical", comunistas y allegados, suele negar la vitola de izquierdistas a gentes como Ignacio Sotelo, socialdemócratas de toda la vida. Claro que el propio Sotelo parece darles la razón cuando habla de las "sedicentes izquierdas y derechas que en el fondo se parecen como dos gotas de agua"; justamente la teoría de "las dos orillas" o "son todos iguales" de los comunistas que, paradójicamente coincide con esa aparentemente amargada experiencia de la derecha de que, en efecto, "todos los políticos son iguales". Como me cuesta pensar que Sotelo se tenga por una gota de agua, sería cuestión de preguntarse desde dónde habla o cómo se considera a sí mismo. Por lo demás, quizá no le resulte sorprendente a Fernández Buey saber que mucha gente, incluso de izquierda, considera que los comunistas no son de izquierda.
En verdad, este lío de quién es o quién no es de izquierda es bastante estúpido pero, como decía el filósofo, la "estupidez se hace invisible cuando se generaliza" y así hay que seguir escuchando a unos u otros bobos negándose mutuamente la condición de izquierdistas. Eso raramente se ve entre los de derechas.
El caso es que, estando así las cosas, tercia en la polémica Fernando Savater con una carta de lector al día siguiente o al otro, titulada ¿Quiénes son?, en la que precisa algún punto a Sotelo, al citar tres nombres de casos de intelectuales que hicieron el trayecto contrario, esto es, de la derecha a la izquierda (Aranguren, Sacristán y París) y pone en solfa luego el argumento de Fernández Buey con bastante agresividad, viniendo a decir que esos intelectuales a los que el primero cree hay que rendir homenaje por haberse mantenido fieles a sus principios, en el fondo son más derechas que nadie... por omisión, por no haberse manifestado contra ETA desde siempre y a favor del Estado de Derecho en el País Vasco, y de las víctimas.
Parece una carta impropia de Savater por la cantidad de falacias que contiene. En primer lugar, que haya habido un puñado de intelectuales fascistas que dejaran de serlo y se pasaran a la izquierda en la España de Franco es la excepción de la regla de que, en España y fuera de España, lo abrumadoramente frecuente es lo contrario, de la izquierda a la derecha. Y la soterrada acusación de derechismo por omisión a los intelectuales de izquierda a que pudiera estar refiriéndose Fernández Buey pasa por alto algún dato muy relevante pues si de biografías se está hablando: ¿cuándo empezó a condenar a ETA el propio Savater? ¿Cuándo a ponerse del lado de las víctimas fueran del partido que fuesen como dice? Porque, que yo recuerde, muchos intelectuales de izquierda empezaron a condenar a ETA ya bien entrada la transición y a ponerse al lado de todas las víctimas bastante más tarde. Quizá no sea el caso del firmante de la carta, pero sí de algunos intelectuales que, además han seguido siendo de izquierda. En realidad, el ataque de Savater es tan desaforado que le resulta fácil a Fernández Buey defenderse en una carta posterior, titulada Respuesta a Savater citando nombres de intelectuales que se han conservado fieles a sus principios y siguen siendo de izquierda, estando enfrentados al nacionalismo y a ETA.
Por lo demás, con estos asuntos no se agota el apasionante tema propuesto a debate. Por supuesto que hay intelectuales que han pasado de la derecha a la izquierda pero lo cierto es que, salvas algunas excepciones, ese itinerario no es nada frecuente y los ejemplos y casos son poquísimos. Pienso que inexistentes entre intelectuales de prestigio internacional. Y también hay intelectuales, legiones, que han pasado de la izquierda a la derecha. Pero legiones: en el PP abundan como moscas y, mirando las columnas de El Mundo, La Razón, el ABC, Libertad Digital, etc, así como ciertas tertulias televisivas y programas de radio, se encuentra al resto. No hace falta dar nombres porque son muy conocidos. Y tampoco es preciso caer en el maniqueísmo que Savater critica. Ciertamente, habrá conversiones de la izquierda a la derecha dictadas por convicciones sinceras pero, mirando lo que se ve en los medios en España, la verdad, predominan los que parecen haber evolucionado por conveniencia personal, por despecho, por dinero o por vanidad herida que, tratándose de intelectuales, cuenta mucho.
Y eso tampoco agota el elenco. ¿Qué decir de los intelectuales que han evolucionado desde la izquierda a un puntilloso "centro"? Por ejemplo, Antonio Elorza publicaba ayer mismo también en El País un artículo titulado Sin vida política en el que equiparaba al PP y al PSOE culpándolos prácticamente por igual del mal funcionamiento del sistema y el debate políticos en el país. Cómo se pueda equiparar el comportamiento de ambos partidos en las sesiones parlamentarias o con respecto al poder judicial es algo que sólo cabe entenderse en función de "transformismo" de que habla Fernández Buey. Cierto, el articulista dirige gran parte de sus acusaciones al PP, que es quien tiene el cuasi monopolio de la desestabilización en el ámbito parlamentario, en el poder judicial y algunos otros, mientras que el PSOE apenas si puede defenderse ante esa agresividad constante. Pero luego, tomando pie en la política exterior y algún que otro caso, sitúa casi a igual nivel al PSOE, al que corresponsabiliza de la inexistencia de la vida política. Cualquiera que vea la televisión o lea la prensa sabe que eso no es cierto, que el "todos iguales" es injusto. .. y además, lo que predica la izquierda radical por un lado y pretende dar a entender el PP por el otro. ¿Qué lugar correspondería a estos intelectuales? (En las imágenes, diversas tallas de los pueblos fang, songye y chowke).