En los mentideros de la Villa se dice que en la sede del PP están lxs estrategas nerviosxs por las últimas reapariciones de la simbología fascista y franquista. Pues, sí, tienen un problema. Lo lógico sería que el partido hiciese saber en público que no se tolerará simbología de ese tenor en la manifa que el señor Rajoy ha hecho cosa suya, piedra talismán de su firme caudillaje, afirmando que es la primera que convoca el PP. Las otras también las convocó el PP, aunque por persona interpuesta como el Foro de Ermua, la Asociación de Víctimas del Terrorismo o la Fundación para la Defensa de la Nación Española, todas ellas organizaciones del mundo del PP. Pero, si se prohibe taxativamente la simbología fascista y franquista, sus seguidorxs dejarán de votarlo y, como están las cosas, no es caso de andar por ahí desperdiciando votos. Así que lo que Rajoy quiere con estos energúmenos es que lo voten, pero que no se hagan notar mucho y menos en las manifas, que luego vienen los periodistas y hacen fotos que cantan La Traviata. Cosa difícil de decir a la gente.
Por lo demás, hay que ver qué manifestonitis padece la derecha. Es un sarpullido mitinero. Unas gentes que abominaban de la reyerta callejera por creerla propia de gañanes se ha convertido en adicta al asfalto, como si viviera su mayo del 68. Sarkozy dice que, si gana, acabará con el espíritu soixantehuitard y los de aquí no andan con el adoquín en la mano porque ya no hay adoquines... en el pavimento. El señor Rajoy quiere acaudillar una rebelión cívica en contra del Gobierno de vendepatrias que detenta el poder en España, en el sentido prístino del verbo detentar. Tiene un morro que se lo pisa, cuando resulta que su gobierno excarceló, acercó, privilegió, hizo arrumacos y hasta la pelota a muchxs más etarras que el PSOE haya hecho, hace o hará. Quien quiera conocer una cuantificación cumplida de los presos excarcelados, acercados al País Vasco y liberados, todos ellos etarras, durante el Gobierno de PP y que me ha hecho llegar una amiga (gracias, Carmen) que pinche aquí. Hay quien dice que el Gobierno debiera ocuparse menos de lo que hizo o no hizo el Gobierno anterior y más de lo que hace él. Una proposición a la que se puede dar la vuelta sin problema pues habrá quien diga que la oposición debiera ocuparse menos de frenesí del presente y más de lo que hizo ella misma en el pasado. Son puntos de vista.