La comparecencia del ministro del Interior en el Congreso, convertida en un duelo al sol entre él y el señor Zaplana, no defraudó y, como los diputados de la derecha no montaron la bronca tabernaria del Senado, hasta se pudo seguir. El acto mostró un contraste verdaderamente curioso entre un discurso racional, atingente a los hechos y con información, y una retahíla de frases de propaganda para consumo de seguidorxs que tanto podían haberse oído en la manifa de la reacción el sábado, esa a la que, según el señor Zaplana, acudieron dos millones de personas. A este hombre, los millones le traen sin cuidado, salvo los que él pueda meterse en bolsillo, por supuesto.
La verdad es que están histéricxs ante la posibilidad de que el fin de la violencia en el País Vasco coincida con este gobierno. Algo así insinuó el ministro del Interior ante las cabezadas aquiescentes del señor Llamazares. Precisamente, el periódico 20 Minutos traía ayer una información en el mismo sentido que apuntó un servidor hace unos días: es posible que ETA anuncie el fin de la violencia. Las modalidades se verán después. Sólo esta posibilidad que ojalá no sea un mero wishful thinking ataca los nervios de lxs conservadorxs españolxes. Se admiten apuestas sobre lo que estén dispuestxs a hacer para impedirla. De momento, está claro: no escuchar,ni siquiera cuando son ellxs quienes han pedido el debate, soltar siempre el mismo rollo cargado de descalificaciones e insidias, pero ayuno de ideas.
Luego, por la tarde, hubo ocasión de ver en directo una entrevista al señor Rajoy, hecha por Valentín, Urdaci y una periodista cuyo nombre ignoro. Otro ejemplo del rostro de hormigón que se gasta el político de Pontevedra. Su insistencia en que él de lo que quiere hablar es de las cosas que preocupan a los ciudadanos, los precios, las hipotecas, el urbanismo, etc era para quedarse pasmado. ¿No es acaso éste el hombre que lleva tres años hablando de la nación española, de que España se rompe, del terrorismo y de las claudicaciones del Gobierno, sin que se le haya oído una sola palabra respecto a los famosos problemas de la vida cotidiana de la gente? Casi parecería que lo había hecho obligado y que alguna fuerza maligna le había impedido hacerlo hasta ahora. Como esto no puede ser, la razón del repentino giro tiene que estar en otra parte, ¿en dónde? En las próximas elecciones municipales. De hecho, la comparecencia del señor Rajoy ayer en Antena 3 fue una arenga electoral. La primera de un período en el que, a la vista estuvo, se podrá escuchar de todo. Especialmente mentiras.