dimecres, 14 de març del 2007

El arte y la procacidad.

Ya tenemos otro escándalo, esta vez con motivo de unas fotografías que el PP juzga atentatorias a los sentimientos de la mayoría de lxs españolxs, sean católicxs o no. La afición de esta gente a atribuirse la portavocía de la mayoría de mis compatriotas (yo me excluyo, claro) en todos los aspectos de la vida es atosigante. Lo que enciende sus iras en este caso es el hecho de que la Junta de Extremadura haya publicado un libro de fotos de José Antonio M. Montoya bastante irreverentes, si no "sacrílegas". Probablemente, algunxs de quienes suscriban el escrito que adjunto protestaron hace unos meses por la reacción islámica ante las caricaturas a Mahoma y se llenaron la boca a hablar de la libertad de expresión y otros sacrosantos principios que ahora no parecen tan esenciales.

Según los conservadores, lo indignante no son las imágenes en sí, sino el hecho de que la obra sea edición de la Junta de Extremadura y que lleve un prólogo de quien ahora es candidato a la alcaldía de Badajoz, don Francisco Muñoz. Hasta tratando de las cosas escatológicas (en el doble sentido del término) piensan los populares en las elecciones. Ciertamente, las imágenes que publica Montoya tienen todas motivaciones explícitamente sexuales y nada edulcoradas: Cristo masturbándose, San Juan practicando un cunilingus a Santa Teresa o una llamativa versión del milagro de San Bernardo (saco la foto de 20 Minutos, que reproduce un documento PDF del PP de Extremadura del que también procede el texto de más arriba). Uno piensa que, para sobrevivir, la fotografía artística se ve obligada a explorar territorios hasta ahora prohibidos, más o menos como vienen haciendo otros fotógrafos desde hace años. Quien esté familiarizado con la obra de Robert Mapplethorpe sabe de lo que se habla aquí.

No obstante, me quedé con la indignada copla de los conservadores quienes, unos párrafos más abajo de su escrito de protesta y denuncia preguntan al señor Rodríguez Ibarra si colgaría estas fotos en el salón de su casa o en la habitación de su hija. El salón de la casa o la habitacion de la hija (no del hijo), algo que dice más sobre la mentalidad de las gentes del PP que un grueso volumen de análisis psicosociológico sobre la etiología de los prejuicios. Recuerda mucho lo de "yo no soy racista, pero¿casaría Vd. a su hija con un...?"

Esto de la procacidad tiene gracia. La visión de San Bernardo es un tema muy tratado en la pintura española; que yo recuerde, tenemos versiones de Juan Correa de Vivar, Luis de Tristán, Jerónimo Jacinto de Espinosa, Murillo y seguramente me faltan algunos. La pregunta no ya sobre la habitación de la hija sino sobre el ámbito más augusto de un museo (en este caso, El Prado) puede formularse en relación con la muy realista interpretación de Alonso Cano más arriba, suficientemente explícita y no sé yo si más o menos obscena que la de Montoya.

Son sepulcros blanqueados deseosos de ganar las elecciones municipales sin duda para mejorar el régimen del suelo y abaratar el coste de la vivienda.


Actualización a mediodía de hoy, 14 de marzo. Misteriosamente, las tres imágenes habían desaparecido. No encuentro razón alguna para ello y como tampoco creo que la torva faz y negra mano de la censura eclesiástica haya llegado hasta este humilde e irreverente blog, mientras se aclara la cuestión, vuelvo a subirlas.