Añádase que en el pueblo en el que resido cuando no estoy en Madrid, no hay ADSL ni esperanza. Tarifa plana en conexión como la del telégrafo de las pelis del Oeste, estilo El tres de las 3,10 y que, además, se corta de vez en cuando, como los indios cortaban los hilos del telégrafo en aquellas pelis. Y, más o menos, con el mismo resultado.
Y no veas la gracia que te hace cuando se corta la comunicación (o se va la luz, otra conquista de la civilización) y llevas hecho un post larguísimo que no has archivado de seguridad. Se comprende, pues, que esto de los blogs tiene su curre. Se compensa por la libertad que concede, que es la característica fundamental de la red, donde el que está callado es porque quiere. Pero lleva su trabajo, canastos; cuesta cogerle el truco. Y cuando ya crees que lo tienes cogido, te da el hormiguillo de si no podrás cambiar el blog por una página web de verdad. Mola eso de tener páginas web, pero ya el curro es majestuoso, así que habrá que pensárselo. Bueno, pero ya está bien de penas informáticas. Me callo aquí, que el post interesante es el que viene ahora con un análisis de la realidad política española que válgame el Señor. ¡Qué entrada de año Santa Virgen de los desamparados!