Pues, sí, finalmente vamos a una manifa de la izquierda porque la derecha y sus organizaciones afines, después de poner condiciones y condiciones y ver que se les aceptaban, han decidido no asistir. Que no iban a hacerlo era evidente desde el primer momento. Las condiciones eran pretextos: incluya Vd. la libertad, incluya Vd. el derecho a la vida... Y, luego de que los organizadores hubieran incluido todo lo que se les exigía, los conservadores anuncian que, a pesar de todo, no van porque no está claro lo que se persigue con la manifa. Después de haber hecho cinco manifestaciones en contra del Gobierno, acusándolo de "negociar" con terroristas, de hacerles concesiones y hasta de, mirabile dictu, "rendirse" a ETA, deben de estar cansadxs de andar por la calle.
Pero lo verdaderamente pintoresco es que, además, el señor Rajoy pide que se desconvoquen las dos manifas, la de Madrid y la de Bilbao. Esa es una exigencia tan extravagante, estrafalaria y abusiva que, para encontrarle alguna explicación hay que recurrir a los comportamientos de los niñatos caprichosos o de los jayanes de reyerta. Algún analista, de esos que aman dar pruebas de conocimientos históricos, diría que es el error de ceder a las peticiones y exigencias de las partes broncas en las negociaciones, los errores del "apaciguamiento", añadiría el señor Aznar en un supuesto tan sacado de contexto como de quicio. Pero es muy propio de la mentalidad autoritaria. Yo no me manifiesto y, en consecuencia, aquí no se manifiesta nadie. Y ya por que sí. Algunos comentaristas de la izquierda, supongo que bienintencionados, han dicho que el error del PSOE es ir adelante sin contar con el consenso del otro gran partido nacional. Pero ¿cómo se va a contar con el consenso de un partido que está especialmente empeñado en destruir todo consenso, al extremo de que se le aceptan las condiciones que pone y sigue negándose a participar en una acción común?
Así que, efectivamente, manifa de la izquierda. Y, como recuerda muy bien un editorial de El País, una manifa que se convocó en un principio, para honrar la memoria de los dos ecuatorianos asesinados por ETA cuyos nombres aparecen en la esquela y que en ningún momento se merecían un comportamiento tan inhumano como han tenido hacia ellos quienes han obstaculizado cuanto han podido este mínimo homenaje que los demás les tributaremos. Claro que, cuando menos, no hemos tenido que oír lo que se dijo a los familiares de las víctimas del 11-m cuando se manifestaban frente al congreso, "que se metieran a las víctimas por el culo". Esa abyecta frase no puede ni debe caer en el olvido y hay que traerla a colación cada vez que aquellxs que han acusado al Gobierno falsamente de rendirse a ETA, entregar Navarra o cualquier otro disparate, vayan por donde suelen, esto es, a poner todo, absolutamente todo, todo lo que es de todos al servicio de su provecho partidista.
Una manifa de la izquierda, que ya iba siendo hora de volver a la calle, espacio al que esta corriente estuvo relegada durante la dictadura, con grave quebranto de su integridad física y que, en tiempos democráticos, sólo ha recuperado muy de tarde en tarde durante el anterior Gobierno del PP que la llamó "pancartera" ignorante de que ese calificativo describiría mucho mejor el comportamiento de sus propias huestes no mucho tiempo después.
Así que, amigxs, ahí nos vemos en una manifestación espontánea, en memoria de todas las víctimas del terrorismo, especialmente de las dos últimas, en favor de la paz, de la libertad y de la vida y en un acto unitario del que las derechas y sus organizaciones afines se han excluido voluntariamente y sin justificación plausible.
(La ilustración es un grabado de Lajos Kassak, artista expresionista húngaro, llamado "los portadores de banderas", 1919).