dissabte, 16 de desembre del 2006

Izquierda tan Unida como siempre.

La gresca que hay en IU tiene a mucha gente preocupada. Algunxs, supongo, porque si la organización perece, pierden un referente vital; otrxs porque pierden un modus vivendi. Habrá de todo; hasta gente que cree que IU es necesaria para atar corto al PSOE y que no se escore demasiado a la derecha. Incluso hay quien piensa que la supervivencia de IU es imprescindible para evitar el bipartidismo a escala del Estado o nacional. No están mal los dos últimos argumentos, pero son un poco simples. Los anteriores no son argumentos sino sentimientos y sobre sentimientos, imposible decir nada racional. Pero los argumentos son otra cosa.

En realidad, también es perfectamente defendible la tesis de que IU sobra. En todo quehacer humano sobra lo que no tiene aplicación práctica clara, que es lo que sucede con IU en el orden político estatal/nacional, con sus 5 diputadxs. Lo mínimo imprescindible para contar con grupo parlamentario propio. Como falle uno de lxs diputadxs en las próximas elecciones, cosa muy posible, ya ni grupo parlamentario propio, al totum revolutum del grupo mixto y nula presencia en los medios; si antes escasa, ahora cero. Otra cosa es que IU tenga eficacia en diversas comunidades autónomas, y esa es una de las razones por las que la gresca tiene lugar allí donde la coalición disfruta de poder: en Cataluña y el País Vasco, las respectivas IIUU son independientes a todos los efectos de la IU española, para entendernos. En Asturias, sede de una bronca monumental que amenaza con la escisión del Partido Comunista del Principado, IU (junto al Bloque por Asturies) gobierna en alianza con el mayoritario y hegemónico PSA.

De hecho, parece ser el destino de IU. La organización es perfectamente irrelevante en la política española ya que ni siquiera vale como "partido bisagra" por cuanto no puede aliarse con el PP, al menos públicamente, como el FDP alemán se ha aliado indistintamente con la democracia cristiana y la socialdemocracia. En esas condiciones y con un magro 4,96% del voto, 1,96 puntos por encima de la navaja del 3% la coalición puede desaparecer por el escotillón de la historia. Quedaría activa en algunas comunidades autónomas en las que está en las instituciones y en Madrid donde, con un porcentaje del 7-8% del voto tiene perspectivas razonables de entrar en ellas, esto es, en eso que los militantes de mayor militancia llaman "la poltrona". No sé yo cómo encaja un proyecto revolucionario español que sólo tiene presencia en algunas instituciones, por decirlo así, subespañolas.

Pero, en fin, lo que tiene acongojados a muchos comentaristas, sobre todo de izquierdas, claro, es la situación de enfrentamiento interno en IU. Sorprendente congoja porque esa Izquierda Unida era cualquier cosa menos unida. Ya su nacimiento mostraba algunas peplas que el tiempo se ha encargado de poner en evidencia. Fue, según cuenta la leyenda, la institucionalización de la alianza circunstancial a que habían llegado las fuerzas de izquierda que se opusieron al ingreso de España en la OTAN. Una organización que nace como resultado de un fracaso (ya que España, bien entendu está en la OTAN) no es lo que un técnico en ventas recomendaría para poner en marcha una empresa. Se puede entender también por otras motivaciones, como la de aprovechar el momentum de la oposición a la OTAN (con amplio apoyo de masas, incluso entre los socialistas) para fraguar una izquierda a la vista de la castaña electoral que se había dado el PCE en las elecciones de 1982, que mis colegas llaman cataclismáticas.

Todo es es muy posible pero yo metería también en el cuadro la ocasión que vio el PCE para hacer un prudente mutis en la historia sin salir del escenario.
El hundimiento de la URSS y del bloque comunista en los primeros 90 fue un fantasma que recorrió Europa barriendo a los partidos comunistas: unos, como el inglés, se disolvieron (aunque ya supongo que alguien lo habrá "reconstruido" en su backyard), otros se escindieron en mil trozos, como el italiano, y otros cambiaron de nombre y logo, como el PCE, que ocultó los suyos tras la sigla IU y el logo de la hoz y el martillo rojos por el mas polícromo de IU con un punto rojo, una i gris y una u verde. Con buena voluntad, la creación de IU podría entenderse como una aplicación de la vieja teoría comunista de las llamadas organizaciones de masas, esto es unas organizaciones de izquierdas compuestas por gentes que no llegaban a ser comunistas, pero estaban dirigidas por comunistas camufladxs. Pero eso es mucha buena voluntad, demasiada.

Para mí, el PCE se trasmutó en IU primero para conseguir mayor aceptación electoral en razón a la actualización del emblema y, luego, para rehuir, al igual que han hecho casi todos los partidos comunistas que yo sepa, la obligación de dar una explicación marxista del hundimiento del bloque comunista, o cuando menos, elegir entre las docenas que hay en el mercado. Y aquí se plantea a los comunistas un reto nada sencillo: primero, explicar aquel hundimiento y, luego, explicar por qué rechazan ellos el capitalismo, qué recursos tienen para vencerlo y por qué modelo social querrían que se sustituyera. Por ejemplo, ¿proponen la nacionalización de la banca o no? Y lo mismo sucede con la famosa explicación del hundimiento que adeudan ¿se hundió el comunismo porque es inviable o, como se oye a muchos comunistas, lo que se hundió en la URSS no fue el "verdadero" comunismo, sino una forma degenerada de éste y el "verdadero" comunismo está aún por llegar?

El predominio del PCE en IU ha sido siempre evidente y, entre otras cosas, le ha contagiado su tendencia constitutiva a las crisis y el fraccionalismo. Nada de extraño si se tiene en cuenta que los partidos comunistas surgieron históricamente por separaciones de los socialistas y que sus decursos posteriores estuvieron plagados de expulsiones, escisiones y, llegado el caso, exclusiones y desapariciones.

La última cuestión que queda por resolver es: si IU es políticamente irrelevante y sólo se preserva fraccionada en las Comunidades Autónomas en las que tiene presencia en las instituciones y nada más, qué debe hacer. Lo dicho, disolverse y, mientras algunos de sus miembros nutrirán organizaciones revolucionarias de dimensiones cada vez más pequeñas, otros, muchos, llamarán a la puerta del PSOE.La cuestión sería que, al aumentar la capacidad del PSOE por sus nuevos refuerzos y apoyos, se encuentre en mejor posición electoral teniendo en su seno un grupo más a la izquierda que, a su vez, también tendría más eficacia en su acción que la IU ahora. Es el modelo del Partido Laborista en cuyo seno, como se sabe, hay una corriente trostkista y uno de cuyos militantes más de izquierdas, Ken Livingstone, es alcalde de Londres. La posibilidad de que Madrid pueda llegar a tener un alcalde tan de izquierdas como Livingstone es remota mientras los Livingstones españoles sigan mandándose los unos a los otros a la Comisión de Garantías dentro de una IU tan bien avenida como un corral con dos gallos, que así quedó la cosa cuando se desglosaron los cargos de Secretario General del PCE y Coordinador General del PCE.