divendres, 29 de desembre del 2006

El terrorismo, el socialismo.

Varios medios de comunicación de la derecha se han hecho eco del barómetro de noviembre del CIS, señalando que ha habido un alza en el grado de importancia que los ciudadanos atribuimos al terrorismo, lo que es cierto, aunque no como dice La Razón. Según el diario, el terrorismo, que no pasaba del 20% dos meses antes (o sea, en septiembre), llega ahora al 25,4%. En realidad, la pregunta por el mayor problema en España concita un 18% en septiembre y un 18,9% en octubre en favor del terrorismo, en ambos casos por debajo de la importancia concedida a la vivienda, que, a su vez, era el tercer problema, por detrás del paro y la inmigración, que vienen a situarse cada uno de ellos en un 40%. En el barómetro de noviembre, el terrorismo supera a la vivienda (aunque por décimas) y pasa a tercer lugar en el orden de importancia. La lectura que viene a hacerse de este dato es que, como el terrorismo ha pasado del cuarto al tercer lugar en el orden de prioridades de las gentes, el terrorismo como tal, es un problema real, sólo comparable a la vivienda y la inmigración. El asunto es absurdo porque sólo le separan décimas del problema en 4º lugar, la vivienda y, en cambio, unos 15 puntos porcentuales del paro y la inmigración.

Ahora bien, hay aquí un problema de cierta "ilusión mediática" que conviene aclarar: ¿es el terrorismo en verdad el tercer problema en el orden de preocupación de los españoles (unos 6 puntos porcentuales de subida desde octubre) o los españoles creen que es así porque así se lo han dicho? La respuesta se encuentra estudiando más a fondo el barómetro. Efectivamente, si vamos a la siguiente pregunta del de noviembre de: "¿Y cuál es el problema que a Vd. le afecta más?" y nos mantenemos en la pregunta multirrespuesta, que es también la comparación manejada por La Razón en el caso de la gravedad percibida de los problemas, las cantidades son muy otras, pues, mientras que la vivienda pasa a primer lugar (20,3%) y el paro a segundo (18,7%) el terrorismo/ETA se desploma hasta el décimo lugar, con un 4,7%. Es decir, la gente habla en primer lugar de lo que le pasa, lo que ve y palpa todos los días (vivienda e inmigración) y de lo que oye hablar, de lo que le dicen y cuentan los medios de comunicación que "construyen" socialmente un fenómeno, ya que es obvio que el terrorismo influye y condiciona a muy poca gente de modo directo. Y esas bajas cantidades son las que se dan también en los barómetros de septiembre y octubre.

Si, a continuación, se cruzan estos datos con la orientación política de los encuestados (determinada por el recuerdo de voto en la elecciones generales de 2004) puede verse que el terrorismo es el primer problema para el 25% de los votantes socialistas y el 40% de los populares, quienes han orientado su acción política, precisamente, a vincular al PSOE con el terrorismo y ETA, como se ve en la imagen más arriba. Igualmente, cuando se va a la pregunta de qué problemas afectan al encuestado en concreto, el terrorismo es señalado por el 3,7% de electores socialistas (una octava parte de los anteriores) y el 10'4 de los electores del PP (una cuarta parte de los anteriores) y con una desviación de la media muy pronunciada, que permite pensar en una respuesta estratégica: el 10,4% de los electores populares no puede verse personalmente afectado por el terrorismo, sino que dice que lo está, en seguimiento de una consigna de partido.

Esa es la política, en la que la verdad y la mentira se confunden muchas veces de formas enrevesadas, en donde es frecuente que se diga algo, se haga otra cosa y se piense una tercera. Y donde también el modo y el tiempo de las noticias, como es el caso de ésta, está en función de estrategias de partido. Aquí, en concreto, en función de la de ahondar en la tesis del PP de que el Gobierno se ha rendido a ETA, lo que "explicaría" el ascenso en la preocupación de los ciudadanos. El error, como se ha visto, será que quien da y lee la noticia se la crea tal cual o diga creérsela y suponga o quiera hacer suponer que ese "ascenso" implica asimismo mejores expectativas electorales para quien sostenga tan disparatada tesis.