dissabte, 23 de desembre del 2006

El liberalismo.

Va quedando poca gente capaz de definir el liberalismo. Poca porque se va muriendo. De vieja. Me refiero a la gente que sabía qué había sido el liberalismo en sus orígenes; el liberalismo condenado expresamente como uno de los errores de nuestra época en el Syllabus de Pío IX en 1864, por cuanto fomenta "la peste del indiferentismo", también anatematizado por ser partidario de doctrinas tan nefandas como la siguiente:

"Todo hombre es libre para abrazar y profesar la religión que guiado de la luz de la razón juzgare por verdadera".
Menuda desvergüenza la de los liberales de antaño, propugnando la libertad de conciencia, como si esto fuera la kermesse del libertinaje.

Pero eso es una antigualla; el liberalismo es hoy algo diferente, con una relación muy distinta con las Iglesias. Sin embargo, el más estridente en España truena desde una emisora de la Conferencia Episcopal. Parecería como si Pío Nono hubiera condenado una quimera, una fantasía producto de su atribulado espíritu.

Ahora bien, ese estridente liberalismo español es de muy dudosa fidelidad a la marca de fábrica por cuanto su ideario coincide "ce" por "be" con el de la ultraderecha estadounidense, que cristalizó en el movimiento llamado "neocon" y es el inspirador y referente ideológico del desastre de la actual política estadounidense. Pero estos "neocon" (neoconservadores) no son ni han sido nunca liberales. En el caso de España, además, el recuerdo de la Restauración, cuando el balancín político oscilaba entre los liberales sagastinos y los conservadores canovistas, pone el asunto más de manifiesto por cuanto cualquier parecido entre el liberalismo de la COPE y el de Sagasta es una coincidencia incomprensible.

¿Cabría decir que el liberalismo sea entonces esa ideología relativista, flexible, poco estricta en cosas de principios, que permite pactar tanto con la derecha como con la izquierda? Ni hablar. "Liberal" se llamaba el partido de Jörg Haider en Austria antes de su última escisión y "Liberal" sigue llamándose una de las partes de la escisión. Un liberalismo caracterizado por la xenofobia y el racismo, es decir, de extrema derecha; otro disfraz. Definitivamente, el liberalismo no merecía que lo tratasen tan mal sus autoproclamados seguidores.

Como siempre en política, es difícil tener las ideas claras: ¿se trata de una renovación del liberalismo? ¿De corrientes antiliberales que se hacen pasar por liberales? A propósito de esto es interesante traer aquí el muy reciente Frente Unitario Antiliberal francés, una curiosa experiencia que recuerda mucho el nacimiento de IU en España. Se trató de capitalizar la unión de las fuerzas de izquierda que habían votado "no" en el referéndum de la Constitución Europea en 2005; como en España IU surgió del frente del "no a la OTAN". Prima facie no parece ser muy productivo organizar fuerzas políticas a través del "No".

Y no acaban aquí las similitudes entre los antiliberales franceses y los izquierdaunitarios españoles. Otra es el carácter fraccional y faccional de la política interna de las organizaciones de izquierda; y otra, por fin, la pretensión del Partido Comunista de camuflar sus siglas tras unas distintas pero ejercer la hegemonía sobre ellas. El resultado, como está viéndose estos días en ambos casos también se parece mucho. Las luchas intestinas en IU permiten augurar un destino parecido al del Frente Unitario Antiliberal: deshacerse. En Francia, la decisión del PCF de montárselo por su cuenta y proponer a Marie-George Buffet de candidata a las presidenciales del año viene ha hecho reventar el propósito de la izquierda a la izquierda del PSF de presentar una candidatura unitaria, en cuya elaboración y apoyo coincidiera esta izquierda variopinta, desde José Bové hasta los trotskistas..

Todo eso son avatares izquierdistas típicos y en especial de los comunistas, cuya acción preferente -ya desde su origen- es la escisión. Lo importante, lo decisivo a mi entender es qué haya llevado a los franceses a llamarse "antiliberales"; porque eso es un acierto. Para ese nuevo frente de lucha que ha nacido ya fragmentado, "liberalismo" es una especie de síndrome hecho de la suma de otros parciales: la globalización, el libre comercio, el ataque al Estado del bienestar, los objetivos presupuestarios e inflacionistas, la deuda, etc. Pero es bueno que se visualice y mejor aun que se visualice con un término que trata de estigmatizar el prestigio de que hasta la fecha ha venido gozando el liberalismo y que, en muchas de sus versiones actuales, como vemos, ya no merece. Es el primer paso de la lucha política, esto es, anatematizar las razones del/a adversarix; es lo primero que hizo el Papa Pío Nono. Quedan muchos otros...