diumenge, 24 de desembre del 2006

Gerifaltes de hogaño.

Llevamos un par de días ocupados con ese problema que, según la derecha, no existe, con ese conflicto que no se da, que no se ha dado nunca en el País Vasco. Ese conflicto inventado por algunos, pero que ha condicionado prácticamente la política española desde la transición. Si alguien tuviera la paciencia de contar la cantidad de cabeceras y titulares de primera que ha suscitado el no-conflicto vasco desde el 20 de noviembre de 1975, y también antes, por supuesto, nos llevaríamos una sorpresa.(Traigo el retrato que hizo Ignacio Zuloaga de Franco en los años cuarenta sólo para fastidiar y mostrar que José María de Areilza y Esteban Bilbao no fueron los únicos vascos franquistas. Porque vaya que el retrato es halagador y ensalza una imagen ideal de este asesino, mitad falangista y mitad soldado -general, claro-, envuelto en la rojigualda, gallardamente plantado sobre el pétreo solar patrio).

La reunión del presidente del Gobierno y el señor Rajoy el viernes fue objeto de todo tipo de comentarios el sábado, tras haber sido objeto de todo tipo de admoniciones el viernes mismo, antes de producirse. El personal de los medios dijo a ambos lo que tenían que hablar y luego, valoró el resultado. Cada cual estuvo muy en su papel: los dos políticos fueron muy prudentes y parcos en sus manifestaciones y lo mismo hizo Batasuna quien, por boca del señor Joseba Álvarez, volvió a afirmar que su organización estará presente en las próximas elecciones municipales. Y, siguiendo el ejemplo monclovita, no dijo cómo. Pero tengo pocas dudas de que será legalizándose. Aún piden la derogación de la ley de partidos, pero como el que hace rogativas para que llueva, y con la misma esperanza.

Aquí lxs únicxs que hablan claro son lxs de la la kale borroca. Claro y calentito. Pero lo que dicen ya no interesa a nadie. Podían dejar de quemar cajeros automáticos y autobuses que, al fin y al cabo, tendrán que pagar sus padres; que ya hace falta ser tontxs.

También lo hacen las derechas, que dicen unas cosas tan sorprendentes que invitan a preguntarse por el estado mental de lxs autorxs. Por ejemplo, el señor Anson, en su columna de El Mundo, sostiene que el objetivo del señor Rodríguez Zapatero es:

"...que ETA escale el poder y, desde él, proclame en poco tiempo la independencia del País Vasco, para comenzar después el acoso sobre Navarra por los mismos procedimientos que le han proporcionado el éxito en las Vascongadas."
Sí, sí, han leído bien, el "objetivo" de Zapatero. Zapatero aspira a la independencia del País Vasco de la mano de ETA. ¿Pruebas? El olfato de un columnista que ha de cautivar a sus lectorxs con un "más difícil todavía". Aunque yo tengo otro mejor: sé de muy buena tinta que el verdadero objetivo de Zapatero es la independencia del viejo reino de León.

Tan extraordinario como el razonamiento del señor Anson, pero además barriendo para casa a toda costa, es el siguiente agudo análisis del señor Ignacio Cosidó, Senador del Reino por el PP en Libertad digital, en un artículo llamado El Tercer Actor.:

"Hay quien puede creer que el Partido Popular no tiene relevancia alguna en la negociación que el Gobierno ha emprendido con la banda terrorista ETA. Los únicos actores relevantes serían así los interlocutores directos en la mesa de negociación: ETA y el Gobierno. Se equivocan de forma radical. Sin la oposición firme y activa del PP a realizar concesiones políticas a los terroristas hace ya tiempo que Rodríguez Zapatero habría llegado a un acuerdo que diera satisfacción a las demandas de los asesinos. Ha sido el sentido de la responsabilidad del Partido Popular, anteponiendo sus principios a su conveniencia electoral y la defensa del bien común a sus intereses partidistas, lo que ha permitido hasta ahora evitar una claudicación de nuestra democracia frente a sus enemigos." (Cursivas y colorín, míos).
Es decir, coincide con el señor Anson en que la finalidad del vendepatrias de Rodríguez Zapatero es entregarse a ETA, pero añade (barriendo para casa) que no lo ha conseguido gracias al PP y a su sacrificio, sacrificio que consiste en anteponer "sus principios a su conveniencia electoral". Uno tiene la impresión de que es exactamente al revés. Pero hay más, con su forma de razonar está claro que el señor Cosidó quiere hacer creer a los españoles que entregarse a ETA es ganar votos y oponerse a ella en todo, incluida la negociación, es perderlos. ¿A que es sorprendente?