divendres, 24 de novembre del 2006

Holanda: contra el sistema.

Anteayer hubo unas discretas elecciones parlamentarias a la segunda cámara en los Países Bajos con el resultado que espero se vea en el cuadro a la izquierda, en que se comparan los escaños de los partidos antes y ahora. Los porcentajes de voto no son relevantes porque el sistema es muy proporcional, ya que todo el país es una única circunscripción; la barrera es bajísima (0,67 % del voto), las listas, no bloqueadas y la participación, habitualmente alta, en torno al 80 %. La segunda cámara, al revés de lo habitual, es la políticamente importante. La primera, de elección indirecta, es, en realidad, la segunda. Al ser 150 los diputados, la mayoría absoluta son 76, que no la tenía nadie en 2003 y sigue sin tenerla nadie en 2006.

El país es multipartidista debido al sistema electoral y a su forma de organizarse socialmente a través de la llamada Verzuiling que los franceses traducen por pilarisation y nosotros podríamos llamar pilarización: además de las divisiones sociales horizontales, las hay verticales (como pilares) en función de la confesión religiosa (católicos/protestantes) y de las ideologías (conservadores/socialistas). Es un fenómeno común a Austria y a Bélgica, donde se añade el pilar lingüístico, que tampoco está enteramente ausente aquí, a causa del idioma frisón. Holanda es una sociedad multicultural con fuerte conciencia nacional, ya desde los tiempos de las "Siete provincias del Norte", que eran independientes de hecho de España como se simboliza en el cuadro de Frans Hals, la Guardia Cívica de San Jorge, en 1639, nueve años antes de que España reconociera esa independencia.

Así que será difícil componer gobierno, ya que, como se ve, no hay coalición posible de menos de tres partidos. Ni una gran coalición llegaría a los 76 escaños. Business as usual en Holanda, que no ha tenido una sola mayoría absoluta ni un solo gobierno monocolor en el siglo XX. Todos de coalición. De hecho, el anterior gobierno estaba en minoría parlamentaria, situación que no es anómala en los países nórdicos tampoco.

Las noticias, sin embargo, son alarmistas: cae el centro (son los partidos que pierden más escaños) suben los extremos, antiguos maoístas, que triplican su voto y los populistas de derechas, que aparecen por primera vez con 9 diputados. Tiembla el misterio. El sistema se cuartea. En realidad, las derechas se llevan los votos de Pim Fortuyn y el izquierdismo del partido socialista tampoco es precisamente revolucionario, aunque sí radical en la oposición. Costará meses componer gobierno, como siempre, igual que en Austria y, al final, se hará una negociación, un pacto, una componenda, eso que los radicales normalmente repudian, llamándolo "chapuza". Pues así es como funciona Holanda desde hace siglos y le va bien. Tan bien, cuando menos, como a los personajes del cuadro de Emmanuel de Witte que representa a la antigua bolsa de Amsterdam en 1653. Bolsa en 1653.

Aquí las cosas de principios cuentan poco. El Verzuiling da lugar al llamado modelo pólder, o sea, lo que Lijphart llama el "consociationalism", término que no me atrevo a traducir al español porque, además, si lo llamamos "corporativismo" no vamos muy desencaminados. Este modelo de consenso no parece peligrar por el hecho de que el electorado se haya radicalizado un poco. Algo tendría que alterarse la impavidez holandesa después de los acontecimientos de los dos o tres últimos años, con el "no" a la Constitución europea y el auge del integrismo musulmán. No obstante, cuando se menciona el asesinato de Theo van Gogh a manos de un islamista, conviene no olvidar que a Pim Fortuyn lo mató un defensor de los derechos de los animales.