dijous, 12 d’octubre del 2006

LA INJUSTICIA Y LA RESISTENCIA.

CONTANDO LOS MUERTOS EN EL IRAK.

La revista británica The Lancet da noticia de un estudio de la Johns Hopkins University que cifra en 655.000 la cantidad de muertxs civiles en el Irak desde que empezó la "guerra" en 2003; de ellos 605.000 por muerte violenta. El diario Le Monde, que es de donde lo saco, dice que el Presidente Bush no da crédito a esa cantidad y señala con cierto ánimo perverso (el diario, no el Presidente) que la noticia se da a pocas semanas de las elecciones legislativas, igual que la anterior (cuando el cómputo de muertxs iba por 100.000) se dio poco antes de las presidenciales. Asimismo señala que otras fuentes como el Recuento de muertxs en el Irak, una página de pacifistas, eleva la cantidad de fallecidxs a día de hoy a un mínimo de 43850 y un máximo de 48693, civiles, claro, y por muerte violenta. Esté donde esté la cantidad y sea cual sea la razón de la diferencia, lo primero que hace uno es ponerse en negro, como en las célebres páginas de Tristram Shandy, de Sterne, musitando un Alas, poor Irak!.

Y, a continuación, se pregunta uno: ¿quién es el responsable de este estúpido y cruel desastre que no tiene pinta de acabar sino de agravarse? Ayer, la policía retiró otros 110 cuerpos de asesinados de las calles de Bagdad, mientras que el parlamento iraquí aprueba la división federal del país, que según Al-Yazira.net muchos ven como un paso más hacia la fragmentación y la anarquía. Un país donde, además de los muertos, hay que contar los heridos y los desplazados (como un millón y medio), donde la cantidad de otros muertos es mucho más precisa (2.748 soldados del imperio muertos), pero no así la de heridos. Como para estar orgulloso. Repito: ¿quién es el responsable de esta barbaridad?

Está claro, ¿no? El trío de las Azores. De esos tres, el señor Blair, algo más espabilado, prefiere no hablar de la "guerra". Los otros dos, Bush y Aznar, impertérritos, siguen diciendo contra toda evidencia y ante la incredulidad mundial, que la decisión fue correcta y que todo va a pedir de boca. Lo de Aznar da igual, pero lo de Bush es peligrosísimo. ¿Puede el mundo seguir gobernado por un orate, capaz de decir a unos ministros palestinos que Dios le ordenó atacar a Al-Qaeda y, luego, atacar al Irak, como si fuera Saúl ? Para mí que no. Pero ¿cómo se impide que este iluminado haga otra barrabasada?


CON LA DESOBEDIENCIA CIVIL

Se calcula en 10.000 la cantidad de ciudadanos estadounidenses que este año hará objeción fiscal, negándose a pagar los impuestos a causa de la guerra del Irak. Son cristianos (de hecho, la noticia es del Christian Science Monitor) y cristianos pacifistas con mucho coraje. Habrá quien diga que con el pacifismo no se consigue nada y que la violencia sólo entiende el lenguaje de la violencia. Bueno, al principio nadie daba un ochavo por la causa del Mahatma Gandhi (la foto de la izquierda es de Wikimedia Commons). ¿Cómo iba a derrotar un hombrecillo así al imperio más poderoso de la tierra? Pues lo derrotó. Con ayuda de las leyes objetivas de la historia, bla, bla, bla, pero lo derrotó él, predicando la no violencia, y no otro, empuñando un fusil.

Y, en todo caso, aunque estos 10.000 no consigan nada, hay que empezar por tributarles un homenaje de respeto y admiración por su valor. Porque están donde están, en un país en el que el 50% de la población ignora en dónde se encuentra el que su ejército ha invadido y está masacrando. Así que, cuando se hable del imperialismo estadounidense, habrá que recordar que no todos los estadounidenses son imperialistas y que esos 10.000 ciudadanos personifican la dignidad del planeta entero.

Ya me gustaría saber cuántos de mis compatriotas que se manifestaron en contra de nuestra participación en esa guerra pirata estarían después dispuestos a la desobediencia civil y a no pagar los impuestos por razón de conciencia, teniendo en cuenta que, tanto en los Estados Unidos como en España, Hacienda no admite desgravaciones por tan noble motivo y va contra lxs infractorxs por mucho que estxs se encomienden a San Henry David Thoreau.

Por supuesto, es claro que los europeos tenemos una concepción más teórica de la enorme complejidad de las cosas. No incurrimos en el primitivismo práctico de los estadounidenses que rápidamente lo convierten todo en un asunto de taxes, hasta su independencia, que muchos consideraban entonces imposible.