he cambiado a la versión beta de blogger con fe ciega en la tecnología. Habrá cosas que funcionen mejor y otras, peor. Por ejemplo, la columna de la izquierda tiene el html sólo en inglés, así que he tenido que cargarme las tildes y la apertura de interrogación; no es que me haya vuelto antiespaÑol. Sospecho que lo mismo va a pasar con los comentarios. Y ahí sí que no puedo hacer nada, salvo esperar que blogger arree para terminar la mudanza. Por lo mismo, algunx puede tener problemas al visualizar el blog. Fire fox 6.0 va perfecto.
El ascenso del racismo y de la extrema derecha es algo que hay que seguir y vigilar muy de cerca. Nada de trivializar sus manifestaciones. Es preciso oponerse a ellas igual que a la tortura. No podemos permitirnos llegar a una situación como la de algunas partes de Alemania oriental y, en éstas, no pueden permitirse llegar a una situación como la de toda Alemania en 1933. Es ahí en donde acabaremos si no nos tomamos en serio la amenaza neonazi. Sobre todo porque no sólo se manifiesta asesinando a ciudadanos, sino avanzando también electoralmente en su vertiente legal, como pasó ayer en Bélgica.
A raíz de la noticia de que 12 skins han apaleado a 14 muchachos en Valencia, valiéndose de puños de hierro y cadenas de bicicleta, la prensa informa de que, según los expertos, la extrema derecha cuenta en España con unos 10.000 afiliados en una serie de grupos. 10.000, como los de la Anábasis, sólo que al revés: en vez de ser 10.000 civilizados en tierra de bárbaros, son 10.000 bárbaros en tierra de civilizados.
Según los datos, el grupo más importante es el llamado Volksfront, originario de los EEUU, Oregon. Su símbolo es el de la izquierda, con las iniciales de Volks-Front sobre una runa de la vida. Quien quiera entrar en su página web, que pinche sobre la imagen. Este grupo neonazi, que predica la supremacía blanca y organiza festivales arios de rock, tiene un largo historial de agresiones, actos de violencia y hasta brutales asesinatos raciales. El jefe actual, Randall Lee Krager, fue condenado a tres años por apalear a un negro y, actualmente, predica la defensa de "los trabajadores de raza blanca", sosteniendo que su organización rechaza por igual el capitalismo y el comunismo, como suelen decir los fascistas.
El grupo mantiene una ambigüedad calculada y afirma rechazar la violencia. De ser cierto, nada habría en contra de sus manifestaciones, siempre que éstas no incluyan la incitación al odio racial. El caso es, con todo, que rechaza la violencia pero, al parecer, a veces es necesaria. Igual que el señor Bush rechaza la tortura pero sostiene que, a veces, la seguridad de la Patria hace necesario torturar un poquito.
Tiene guasa el nombre, Volksfront, alemán de Frente Popular (aunque también pueda traducirse como Frente Nacional), otra muestra de la ambigüedad calculada. El bueno de Krager anda por ahí tatuado con la palabra FEAR en los nudillos. Recuerda a Robert Mitchum interpretando el papel del predicador delincuente con las palabras HATE y LOVE tatuadas en los suyos en La noche del cazador, un peliculón dirigido por Charles Laughton que fue la única vez que dirigió algo. Claro que, al lado de estos neonazis, el canalla de Harry Powell era el arcángel San Gabriel.
Las ideas de estos grupos son la habitual sarta de disparates de la ultraderecha: la globalización no es más que un resultado de la conjura judeo-norteamericana; Adorno era el hijo de un tendero judío que hizo una síntesis entre la obra del judío Marx y la del judío Freud. En fin, el discurso no es su fuerte, por lo que deciden hacer borrón y cuenta nueva del "sistema". "El sistema", dice la señora Leichsenring, parlamentaria local de un Volksfront alemán, "no tiene fallos. El fallo es el sistema." Estos van por todas y su fuerte no es el discurso. Su fuerte es la violencia.