dimarts, 31 d’octubre del 2006

Al SUR.

Bueno, aprovechando el puente de Todos los Santos nos hemos venido al mítico Sur, a visitar a una amiga, que vive una templada jubilación en Chiclana y a mi nuevo colega de aventura periodística, Iñaki Errazkin, si consigo encontrarlo en esta hermosa tierra de Cádiz. Cádiz Rebelde es el que edita el InSurGente, un periódico alternativo que no deja títere con cabeza; sobre todo títere. Pero, además de alternativo, virtual y, como virtual, un poco diablo cojuelo, que todo lo ve sin que a él lo vean. La imagen no es gaditana, sino cordobesa, la Córdoba torera, de Romero de Torres, el pintor andaluz por antonomasia.

Esto del Sur es, en efecto "mítico", como dicen las revistas. Sales del coche en Despeñaperros y hay una diferencia de temperatura notable, casi como si uno estuviera en un lugar subtropical. Eso explica por qué la gente apunta al Mezzogiorno. Los nórdicos, que ven el sol los días de cuaresma, los británicos de las famosas brumas y los centroeuropeos de copiosas lluvias sobre tejados puntiagudos. Todos al Sur que ahora, gracias al turismo, ha hecho un "despegue" muy animado, de acuerdo con los estadios del desarrollo económico establecidos por Walt Whitman Rostow, que vaya nombre.

El despegue económico acelerado de la zona suscita mucha crítica, sobre todo de los ecologistas, los conservacionistas y los partidarios del desarrollo sostenible. Como sucede con el turismo levantino. Es muy difícil que las consideraciones medioambientales puedan refrenar la velocidad del desarrollo, y no solamente porque el proceso de valoración del capital, que diría Marx, suele aniquilar todo tipo de objeciones, a veces de modo contundente, sino porque tampoco hay una fuerza moral convincente en ellas. Es como cuando se dice al Brasil que no puede cargarse la Amazonia porque es el pulmón del planeta. Lo será, pero ¿por qué tienen que pagar los brasileños con un bajo nivel de vida el hecho de ser los guardianes del pulmón del planeta? Eso habría que negociarlo.