dimecres, 5 de gener del 2011

La religión es la madre de todas las guerras.

En el blog de Manolo Saco, Fuego amigo, en el diario Público, que sigo asiduamente, las dos últimas entradas se refieren al catolicismo español, una titulada Vírgenes y solteros y la de hoy titulada Su obsesión es la mía (Segunda taza). La visión del catolicismo y de la religión de Manolo suscita cierta controversia. Se echa de ver en el segundo título. Ya le han salido dos o tres católicos con sus habituales jeremiadas en defensa de su fe. El catolicismo es muy dado a las jeremiadas cuando no puede encender hogueras para achicharrar a los manolos de la época. La incongruencia de la visión católica en la crítica a los antirreligiosos y anticatólicos se plasma en esa expresión que les es cara del anticlericalismo trasnochado. Trasnochado por anticlerical. Vaya, resulta entonces que el clericalismo es el presente y hasta el futuro. Algo no cuadra, ¿verdad? Dícese entonces, para salvar la cara, que el anticlericalismo es trasnochado porque ya no hay clericalismo. Cincuenta obispos, con el arzobispo de Madrid y cardenal Rouco Varela al frente oficiando la misa el domingo pasado en la plaza de Colón, cabe la banderaza aznarina ante de miles de fieles no es clericalismo. Claro que no; en España es business as usual desde los tiempos de Maricastaña.

Coincido con Manolo en que lo más irritante del catolicismo es su carácter impositivo, más o menos, según le vengan dadas con el poder político de turno, pero impositivo. Los católicos están convencidos de que España es católica como el puercoespín tiene púas. Los no católicos no somos españoles; somos la Antiespaña que tan pronto escribe artículos en la prensa como tiene que escribirlos en las paredes de las mazmorras.

Lo que pasa, creo, es que la pasión nos ciega y no nos deja ver que hay religiones y religiones. Hay religiones que no son impositivas, muchas, y algunas hasta es dudoso que sean religiones si por religión entendemos el catolicismo. Por ejemplo, ¿qué son los diversos budismos? Las variantes del hinduismo son religiones y filosofías. No sé si cuando se ataca en las religiones la manía de crear una metafísica de comic para engañar a la gente se está siquiera tocando esas religiones en las que la perfección es la nada, la aniquilación del yo. Y son creencias de miles de millones de personas.

Frente a esto el problema religioso parece el de las llamadas religiones del libro, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo con todas sus variantes, esto es, las religiones monoteístas. Dentro de éstas también hay una gradación. La más insoportable me parece la islámica porque es intolerante y tan impositiva que mantiene el concepto terrible de guerra santa en toda su vesania. De cómo organiza la vida interna de sus sociedades ya ni hablo porque es terrorífica. Basta con ver la condición de las mujeres desde Indonesia hasta Mauritania.

El cristianismo ocupa una posición intermedia. Por fortuna ya no predica la guerra santa (otra cosa es porqué no lo hace), aunque lo hizo durante siglos. En el siglo pasado hubo una en España. La llamaron Cruzada a propuesta y con bendición de la Iglesia. Y hay recuerdos. Por doquier. Desde el discurso del rey al lado del portal de Belén hasta la existencia del clero castrense. Y todavía tiene tendencias y pujos impositivos, inquisitoriales, francamente irritantes. La manía de imponer un modelo de familia, una forma de vida y de muerte, unas relaciones humanas en base a unos u otros derechos.

Por último, la más liberal y aceptable se me antoja la judaica porque, aunque también tiene el concepto de guerra santa a rajatabla, éste es de dimensiones estrictamente territoriales. Los judíos consideran que su territorio es Palestina, la Tierra Prometida. Otra cosa es qué sucedará con los palestinos. Ese es problema distinto que, a juicio de Palinuro, no tiene otro final probable que la desaparición de Palestina como algo que no sea el Estado judío. Con independencia de lo que se piense de esto, lo cierto es que, fuera de su territorio, Israel no tiene guerra santa y no pretende convertir a los gentiles, lo que es muy de agradecer.

Si alguien tiene alguna duda, porque eso de "convertir" goza de buena prensa en un mundo poblado de "chinitos", que recuerde que donde hay un convertidor hay un convertido y, en vez de ponerse en el lugar del primero, hágalo en el del segundo; a ver qué tal se siente cuando a uno lo han convertido.

Por eso el catolicismo no gusta de convertir; prefiere insuflar desde la más tierna infancia y antes del uso de razón. El motivo es obvio. El catolicismo es el cristianismo no reformado, el de la Contrarreforma, el de Trento. Es una versión especialmente ruda del cristianismo. La condición subalterna de la mujer, la obsesión con la sexualidad (estas dos características están entrelazadas), su pretensión de organizar la vida pública y su obstinada oposición al espíritu, la teoría y la práctica de la ciencia (estas dos también lo están ya que la ciencia es pública o no es nada), son elementos que condicionan para mal la vida social

Aun así todo esto tiene un pasar. Lo que encuentro incomprensible en el catolicismo es su afición a creer lo que es absurdo y porque es absurdo. Por ejemplo, la infalibilidad pontificia. ¿Cómo puede creerse en serio que un ser humano sea infalible, hable ex cathedra o hable ex patibulo?

(La imagen es una foto de IISG, bajo licencia de Creative Commons y es un cartel de 1930 del soviético N.B. Terpsikhorov cuya leyenda reza "la religión es veneno" ).