¿Recuerda el respetable los comienzos del gobierno del señor Rodríguez Zapatero? ¿Recuerda las risitas, las bromas, las chanzas de cuanto macho cabrío hispano, de derechas o de izquierdas (que en esto de tirar contra las mujeres, las ideologías se esfuman) desgranaba sus vulgaridades en los medios contra la Vicepresidenta? ¿Recuerda la obsesiva campaña sobre si se vestía o no vestía, si Vogue, Vogo, o Buga? Bueno, pues doña María Teresa Fernández de la Vega es la persona mejor valorada del Gobierno por una opinión pública tan exigente como la española, por encima de su propio jefe, el señor Rodríguez Zapatero y a puntos luz del señor Rajoy, tan ocurrente, lúcido y chispeante, y a quien los electores sitúan relativamente cerca del señor Otegi pero por abajo, me cachis.
Casi tres años de gobierno han demostrado que la señora De la Vega es un elemento central de la estabilidad y la política de nuestro país, por su eficacia, entrega, discreción y buen hacer. Por supuesto, no todo le ha salido bien. Mi queja fundamental es contra su pacato proyecto de Ley de la memoria y sus cambalaches con la jerarquía católica. Pero, en su conjunto, la señora Vicepresidenta es de lo mejor, sino lo mejor, que ha pasado por La Moncloa en la Vicepresidencia. Cuando el año que viene Mme. Ségolène Royal gane las presidenciales francesas, habrá tres mujeres al frente de tres de los mayores países europeos. Verdaderamente importante.
Hay, además, un aspecto esencial en la gestión de la señora De la Vega: con su dignidad y su fuerte personalidad no solamente ha callado a toda la tropa de maledicentes, sino que ha impuesto un estilo, el de la mujer madura. Hasta la fecha, en nuestra sociedad, tan pendiente de la imagen, la división sexual de la esfera pública decía que los hombres la ocupan a cualquier edad pero las mujeres sólo si son jóvenes. ¿Alguien ha visto a una presentadora de televisión de la edad del señor Sánchez Dragó? La señora Fernández de la Vega ha roto el tabú de la juventud en el caso de las mujeres y afirmado el derecho de éstas a seguir presentes en la vida pública cuando son ya maduras.
Señora Vicepresidenta, enhorabuena.