En el libro del filólogo austriaco Anton Sieberer, Katalonien gegen Kastilien, que estoy traduciendo, y espero ver pronto publicado, el capítulo dedicado a la revolución catalana del 6 de octubre de 1934 termina así:
"La revolución catalana del 6 de octubre no fue solo una derrota sino, también, una enorme desgracia. Y, a pesar de todo, dicen los seguidores de Companys, este hizo lo único correcto. Si hubiera procedido contra los exaltados, que actuaban por su cuenta, habría aparecido ante la opinión pública como el traidor, el que atacaba por la espalda a los verdaderos revolucionarios catalanes e impedía así su triunfo. De esta derrota, Estat català saldría moralmente fortalecido y la moderada Esquerra quedaría fuera del combate futuro. Companys sabía que no había posibilidad de ganar, afirman sus seguidores. Solo podía elegir entre una derrota vergonzosa u otra honrosa que abriera el camino al futuro.
El tiempo ha dado la razón a Companys. Tras la instrucción y la prisión vino la resurrección política al poder y a la gloria. Había sido una terrible derrota. En la prisión le acompañaba la convicción de los catalanes de que actuó como un verdadero revolucionario, pero fue víctima de unos ciegos compañeros de partido. En España, la gente admira a los mártires políticos. En las elecciones cuentan mucho más dos prisioneros simpáticos que el mejor programa.
El 6 de octubre no es solamente una muy mala fecha en el calendario del catalanismo. Los acontecimientos de aquel día siguen sin estar del todo claros. Hemos reproducido la interpretación de Esquerra. Que sea completamente cierta o no escapa a nuestra capacidad de juicio, pero también a la de la mayoría de los catalanes. Algo es seguro: que la revolución no fracasó tan rápidamente porque no encontrara eco en el pueblo catalán. Las verdaderas razones fueron las rencillas internas y una asombrosa falta de organización".
Esto se escribió y publicó en 1936.