Aquí, mi artículo de ayer en elmón.cat, titulado "Todos y todas a una". No necesita introducción ni comentario. Hemos llegado al final de la escapada. El Estado ha decidido no moverse y hacerlo solo a la defensiva, cuando los indepes actúen. No tiene nada que decir, nada que proponer, salvo las sinsorgadas del presidente Sánchez que, si, normalmente no sabe lo que dice, cuando trata de Catalunya, parece desconocer hasta el mundo en que vive. Es decir, la otrora orgullosa monarquía española está dispuesta a encajar todas las afrentas que se le hagan siempre que no se amenace la unidad de España. El gobierno no sabe ni por dónde anda. Y nadie tiene idea alguna de qué puede proponerse fuera de las vulgaridades de manual de la vicepresidenta Calvo que, además, yerra cada vez que abre la boca. Su única opción es más represión, más cárcel, mas farsas judiciales, más fascismo.
Efecto llamada: los inmigrantes no nos han invadido, pero el hatajo de energúmenos fascistas, sí. Los andaluces lo han votado encantados de la vida y, dentro de poco, lo harán los castellanos, aragoneses, cántabros, etc. Vox es la esencia de la España profunda, la que mata en nombre de Dios y viola niños, la que roba a los pobres para gastárselo en putas, la que apalea demócratas y alaba a los tiranos. En fin, que hay que irse de aquí antes de que estos animales cojan más fuerza, ganen las próximas elecciones e implanten la dictadura que todos están esperando (algunos dicen que temiendo) como agua de mayo: PP, PSOE, C's, Podemos... Todos.
Todos contra los catalanes.
Aquí la versión castellana:
TODOS Y TODAS A UNA
La reunión extraordinaria de esta especie de “consejo republicano ampliado” en Waterloo, aunque escasa en imágenes, manda un potente mensaje de unidad. Todos los rumores, quejas, directas o indirectas se callan para hacerse eco al unísono del paso dado por los presos políticos al declararse en huelga de hambre.
Aquí hemos entrado en un terreno en que hacemos realidad aquello que se pedía al unionismo español “de izquierda”: procedamos con gestos, con hechos. Los que ha habido, mejor es olvidarlos. Como siempre corresponde al independentismo la iniciativa y los cuatro presos políticos han hecho uso de ella, trasladando el debate a otros campos, por ejemplo, el médico, aparte del político, el jurídico, el mediático, etc.
El anuncio de huelga tiene una dimensión personal y emocional muy pronunciada. Algo que únicamente quienes comparten causa con los huelguistas puede entender y quizá también quienes, sin compartir la totalidad de su causa,sí comparten una gran porción de ella. Los demás no lo entienden ni probablemente quieran entenderlo.
Eso no nos obliga a tomar la huelga como centro único de la acción; pero tampoco nos exime de hacerlo. La estrategia no puede estar en función de los presos y las huelgas; pero tampoco puede dejar de tenerlas en cuenta. La posición es muy difícil, pero nadie dijo que la justa causa de la independencia fuera fácil.
Son los mismos presos quienes libre y conscientemente han cruzado el Rubicón. Eso nos obliga a todos. Nadie puede inhibirse. Por ello es tan potente el mensaje de unidad a las 24 horas del anuncio de las dos primeras huelgas.
Ahora, la unidad mostrada tiene que convertirse en acto. La comparecencia conjunta del presidente Puigdemont y el del Parlament, Torrent, traduce unidad institucional y política, muy conveniente, y recuerda que los dos Jordis son diputados del órgano legislativo. Pero eso también es simbólico. Es de esperar que el “consejo ampliado” haya acordado líneas generales de acción y que estas informen lo que se supone habrá de ser una declaración con motivo de la presentación del Consell per la República. Declaración institucional que comprenda denuncia de la situación actual y medidas propuestas para combatirla en el interior y el exterior, así como para adelantar la causa del cumplimiento del mandato del 1-O: Independencia/República.
La denuncia de la situación actual ha de partir de la no aceptación de raíz del proceso judicial del 1-O pues es patente que se trata de una persecución política disfrazada de farsa judicial. Esto no es un capricho; es la consecuencia lógica de decir que no se aceptarán sentencias condenatorias, porque se niega la legitimidad de los jueces para dictarlas. Y petición de libertad de los/las presas políticas y anulación de sus causas. Luego, mesa de negociación para llegar a un referéndum pactado.
En todo esto, la huelga de hambre incide directamente planteando criterios de urgencia. Catalunya debe acudir a todos los foros internacionales, especialmente los que tratan de torturas, en demanda de protección para unos presos políticos que solo pueden defender sus derechos poniendo en riesgo su vida.
Debe igualmente acudir a todas las instancias internacionales en demanda de mediación en un conflicto asimétrico en que un Estado pretende usar la violencia contra una minoría nacional. Esta se rebela contra la tiranía de la mayoría que, además, se apresta a tomar formas dictatoriales, no democráticas, como muestra, el resultado de las elecciones en Andalucía.
Tales resultados ofrecen campo para el debate sobre izquierdas y derechas, pero algo hay incuestionable: las elecciones andaluzas se han decidido en clave nacional española y esto preludia también el leit-motiv de las subsiguientes generales españolas: todos y todas contra Catalunya.
Lo que hace inevitable el lema correspondiente del otro lado: todas y todos por Catalunya.