dilluns, 24 de desembre del 2018

El desconcierto concertante

Aquest president es una mica desconcertant. No em sembla que visitar presas i exiliadas sigui una de les tasques normals del càrrec. Peró tot avui a Catalunya és desconcertant. Natural.  Una revolució es sempre un desconcert. I en el cas de la catalana, un desconcert del qui surt una poderosa polifonia basada en una monodia: independència. 

Un presidente que va a visitar a una represaliada miembro de los CDR, las manifestaciones últimas más radicales incluso contra su propio gobierno, se convierte en un mensaje sobre el carácter familiar del independentismo. Como también lo es cuando Elisenda Paluzie, lanzada a la vanguardia del republicanismo eficaz, espolea al gobierno en esa dirección, rogándole que se haga a un lado si no avanza en ella. A su vez, la consellera y portavoz Artadi afirma en una muy interesante entrevista que coincide plenamente con la CUP en la necesidad de hacer políticas republicanas eficaces. 

En efecto, una verdadera polifonía que acompaña a una acción común en la reclamación de un referéndum de autodeterminación mediante el que se pretende conseguir democrática y pacíficamente una república catalana independiente de España. Hay quienes dicen que esta solicitud es una muestra de debilidad y una cesión porque el referéndum ya se hizo, la independencia y la república ya se proclamaron. Solo corresponde seguir endavant. Aquí surgen las diferencias tácticas en el independentismo sobre si se debe agotar o no la vía del diálogo. Pero son diferencias tácticas de breve duración ya que la vía del diálogo se agotará de cierto con la enésima negativa del gobierno a diálogo eficaz alguno. 

El problema, como siempre, es el Estado español y por eso la cuestión catalana es la cuestión española. España no puede permitir ese referéndum porque teme perderlo. Y es bastante probable que así sea y que sea así cuando la intervención exterior obligue a realizarlo por haber llegado las cosas a un paroxismo. Un Estado de derecho contemporáneo en una sociedad democrática no puede reprimir por la fuerza la voluntad de millones de ciudadanos. Ni el 155 ni ningún otro estado excepcional más o menos disimulado es viable hoy en Europa.

La confrontación desgasta mucho más al Estado que a la Generalitat. El Consell per la República es una garantía de gobierno republicano en el exterior y, también, de emergencia para el interior en caso de que vengan mal dadas y el gobierno opte por seguir inflando la población penitenciaria. Por si el Consell no tuviera suficiente tarea de internacionalización, la farsa judicial montada con el proceso del 1-O le dará quehacer en abundancia y en detrimento de España, cuya justicia está por debajo de la "Marca España".

El gobierno quiere los presupuestos generales del Estado porque los necesita para seguir gobernando. Nada más fácil; reproduzca la mayoría de la moción de censura. ¿Cómo? Presentando una moción parlamentaria apoyada en esa mayoría para autorizar un referéndum de autodeterminación en Catalunya encajándola en una interpretación abierta de la Constitución. 

A partir de ahí comenzaría la solución política del conflicto, sobre la cual no hay nada escrito. Hay quien dice que todo pacto en ese sentido es una derrota de España y una derrota no es jamás una solución, sobre todo si se cree estar en posesión de una fuerza mayor. Sin embargo, la cuestión no es esa, sino si hay otra solución que no sea la derrota. Y si no la hay, más vale una derrota honrosa que una deshonrosa; incluso más que una victoria deshonrosa.