diumenge, 11 de novembre del 2018

Rapsodia carmesí

El independentismo catalán tiene propiedades alucinógenas. Este titular de El Confidencial es una buena prueba. Sobre todo porque está en la sección de "noticias" y no en la de fábulas.

No es necesario detenerse en la arrogancia que encierra el verbo "regalar" y que vaya usted a saber quién lo empleó. Siendo así, además, que eso de "regalar" no siempre tiene buena fama, desde el temo a los griegos hasta cuando traen regalos. El poeta se quedaba corto. Debiera decir, especialmente cuando traen regalos. ¡Pues menudos son los griegos!

Pero, bah, seamos serios. ¿Tiene un regalo Iglesias para Puigdemont? ¿Cuál? Una foto, nos informa el diario. ¿Sí? A cambio ¿de qué? De que Puigdemont apruebe los presupuestos generales de España que este gobierno español de izquierda asegura necesitar. O sea: primero, la aprobación de los PGE y, luego, la foto, el regalo. 

Pero eso no es un regalo. Es un pago. 

Habiendo ido el de Podemos a Lledoners con el mismo propósito de que Junqueras le bendijera estos PGE tan sociales y cosechado la negativa correspondiente; habiendo Junqueras sostenido esa misma negativa frente al frente español de empresarios, sindicalistas y otras andaduras de la existencia, ¿de dónde sale la presunción de que Puigdemont aceptará aprobar unos presupuestos que los demás independentistas rechazan?

De la desesperación. Y de la ignorancia. 

De no darse cuenta de que en Catalunya la gente se ha jugado mucho y hemos alcanzado y pasado un punto de no retorno. No hay camino atrás. Es República sí o sí, y esto va en serio. Catalunya va en serio.

No como España gobernada por reypublicanos que se sienten encantados con un rey y se fotografían cayéndole simpáticos y sosteniendo después que hay que separar lo político de lo personal, como si lo personal no fuera político. Como si él hubiera ido a una fiesta de La Razón a enseñar las fotos al rey si no fuera un dirigente político.

No, no como España, gobernada durante años por un partido que es una asociación de malhechores. No como España, en donde los tribunales cambian sus sentencias al gusto de los poderosos. No como España que presume de ser un Estado democrático de derecho con presos políticos a base de negar que lo sean, no que deje de haberlos. No como España, en donde los partidos políticos, de los que dependen el legislativo y el ejecutivo, también se reparten el judicial y a eso lo llaman "división de poderes". No como en España, gobernada por una oligarquía neofranquista.

No, no como en España.

¡Ah! ¿Y ustedes creen que Puigdemont necesita una foto con Iglesias? ¿Para qué?