dimarts, 16 d’octubre del 2018

Sigue la normalidad

La normalidad del diálogo y las soluciones políticas que en la realidad es más persecución y más hostigamiento judicial. Efectivamente, la normalidad en Catalunya. El gobierno no puede parar la "judicialización" que venía a terminar. Sus doctrinas de manual revelan su mala fe. Si la fiscal general nombrada por el gobierno no depende del gobierno, el gobierno depende de la fiscal general. Que gobierne la fiscal general y pida galeras para los líderes independentistas. 

PSOE y Podemos acaban de redactar los presupuestos probablemente más sociales de los últimos años. Para aprobarlos necesitan los votos de los indepes. Y se han lanzado a conseguirlos. Han enviado ya el proyecto a Bruselas, para presionar con fastos exteriores, proclaman que los "verdaderos patriotas" son quienes aprueban sus cuentas porque el "verdadero patriotismo" es mejorar la vida de la gente, no anteponer las banderas a las necesidades populares, etc., etc,, el argumentario está bien trabajado y consiste en castigar el hígado de la izquierda independentista en su autoconciencia de izquierda. 

Pero las presas políticas siguen presas y ya se van conociendo las peticiones de la fiscalía, con sobresalto de las buenas conciencias por lo desmesurado de las penas; como si cualquier pena que se pida en esta farsa judicial no fuera desmesurada. Y los exiliados siguen exiliados; y los embargados, embargados; y los cientos de procesados, procesados.

¡Lo que ha llovido desde la venganza catalana de ayer a la normalidad catalana de hoy!

Esa normalidad está basada en un hostigamiento permanente al independentismo, un acoso continuo, una fiscalización agotadora. Una guerra sin cuartel contra Catalunya, su lengua y su cultura. 

He leído que el presidente Torra no descarta abrir las cárceles si las sentencias son duras, o "ejemplares", como pide la derecha. No se le oculta que abrirlas así es para entrar en ellas. Todos los futuros son posibles. He leído muchas otras cosas. Y he visto muchas más. Una sociedad movilizada en lucha por la libertad de sus dirigentes democráticos encarcelados injustamente y el logro de la independencia.  Eso no se puede ignorar y requiere una respuesta desde la izquierda que no sea utilizar el gasto social como moneda de cambio.

¿Que los indepes pueden tomarse en serio la pretensión del gobierno de no poder dar órdenes a la fiscal general? Algunos, incluso, parecen insinuarlo. No hay inconveniente. Asi se demuestra la sinceridad e integridad del independentismo. Quizá el gobierno pueda corresponder. Aceptemos que presionar a la fiscal general no esté en su mano y, por tanto, tampoco lo esté liberar a los presos políticos. Pero lo que sí está en su mano absolutamente es comprometerse a pactar un referéndum de autodeterminación vinculante, con mediación internacional y en breve plazo.

¿O el independentismo va a votar unos PGE de un gobierno que también se niega a pactar un referéndum, pudiendo pactarlo?

He visto también a la ministra Carmen Calvo en una televisión, perpleja de que alguien postule el derecho de autodeterminación. Y absolutamenete pasmada de que los indepes catalanes se obstinen en hacer lo que no conviene ni interesa a Catalunya según las concepciones de la ministra. 

Creo imposible explicar a esta señora que el derecho a decidir de un pueblo incluye el derecho a decidir mal.