El intento de venganza del Estado español es evidente. Pero no en la desmesura de las penas solicitadas en el proceso del 1O. Eso se daba por supuesto, cuenta habida del franquismo de la judicatura. Se nota en el intento de seguir adelante con una farsa judicial que el sentido común y la dignidad obligan a anular de raíz.
Por eso independentismo catalán en el Congreso, ERC y los diputados de JxCat, vinculan su apoyo a los presupuestos a la liberación de los presos políticos. Cómo se produzca esta no es algo que les incumba: como quiera el gobierno, quien, a su vez, jura tener las manos atadas por la división de poderes, propia del Estado de derecho y afirma que los independentistas piden “algo imposible” al exigir que la Fiscalía retire las acusaciones. Esto no es cierto en sí mismo, pues el gobierno puede pedir tal cosa. Algo distinto es que quiera. Y, al disfrazar su negativa de imposibilidad, deja bien clara su mala voluntad. La misma que la del gobierno anterior al incitar la actuación de fiscales y jueces sin miramiento alguno por la división de poderes. Mientras haya presos políticos, la situación no podrá normalizarse ni podrá contarse con los votos independentistas. Hablar de “normalidad” de la situación política en Catalunya con una farsa judicial en marcha en España incoada por unos jueces franquistas, con presos y presas políticas en violación de sus derechos, con exiliadas y exiliados políticos, resulta inaceptable. Admitir algo así equivale a dar por buena la situación colonial de Catalunya y perpetuar el franquismo en España.
Por este motivo, el bloque izquierdista ha pasado al ataque contra el independentismo catalán. A través de la demagogia y el chantaje. La demagogia gira en torno a las previsiones de cumplimiento del proyecto de PGE que, aun siendo moderadas, son muy favorables a las clases más perjudicadas, por eso el PSOE vuelve a la consabida argumentación del patriotismo “de verdad”, una tecla que encanta a los "izquierdistas" de Podemos, que siempre hablan del "patriotismo verdadero" frente al de los "vendepatrias" de la derecha y los "identitarios" independentistas; o nueva fórmula de la equidistancia. Sin embargo, las medidas no son de aplicación inmediata y eficaz. Al contrario, precisamente por tocar aspectos muy sensibles de la política económica probablemente tropezarán con todo tipo de obstáculos e impedimentos de las derechas que prolongarán su ejecución. Es decir, se trata de unas expectativas generadas por unas medidas cuya ejecución no está en modo alguno garantizada, alimentadas por el patriotismo "verdadero".
El chantaje es muy evidente y se basa en una opción aparentemente cruda: ¿preferís la bandera a las mejoras sociales? A primera vista, una opción que delata el carácter de clase (burguesa) propio del independentismo, como Podemos venía denunciando desde tiempo atrás. El llamamiento se hace especialmente a los diputados de ERC, en cuya conciencia izquierdista se confia para enfrentarla a una burguesía nacionalista interesada en las políticas neoliberales de recortes.
No podía hacerse a la CUP, el otro sector izquierdista del independentismo porque, al carecer esta formación de diputados en el Congreso, tanto da que apoyen o no los PGE. Sin embargo es precisamente la CUP la que, al haber discutido las relaciones entre la cuestión social y la nacional, mejor podría explicar a Podemos el porqué de la primacía concedida al principio nacional sobre el social. Catalunya necesita administrar sus recursos y hacerlo a través de un Estado propio que proteja las decisiones sociales adoptadas. Mientras siga siendo parte del Estado español ninguna política social por progresista que sea podrá estar segura pues, en cualquier momento, ganará las elecciones un partido nacional español que revierta las políticas sociales, las culturales y de otro tipo.
Esta cuestión del Estado entra de lleno en la justificación que Podemos realiza del Estado español al apoyar políticas reformistas presupuestarias que no está siquiera en condiciones de garantizar. El desencuentro muestra que el ámbito nacional en el que se mueven las corrientes izquierdistas en España es distinto. El PSOE y Podemos en el ámbito nacional español; el independentismo catalán, en especial la izquierda de ERC y la CUP, en el ámbito catalán. No puede haber contacto.
Disfrazar la continuidad de la clamorosa injusticia de los presos políticos y la opresión colonial catalana con trinos sobre el "carácter social" de los PGE de la monarquía española es una argucia a la altura de la política española y las falacias de Podemos. Los primeros cuantifican el precio de la dignidad del pueblo catalán con unos millones de euros; los segundos con palabrería sobre el problemático,carácter "social" y "progresista" de los PGE.
Y los dos son colonos españoles.
Y los dos son colonos españoles.