Iba a poner Talia en Lledoners, pero recordé que el teatro tiene dos musas, Talia, la de la comedia y Melpómene, la de la tragedia. Y como El meu avi va anar a Cuba es una tragicomedia, debería titular con las dos y me pareció pedante. Así que quedaron las musas.
Porque, en efecto, representamos la obra de Marcel Vilarós ante los internos del Centre Penitenciari de Lledoners, entre ellos, los presos políticos. Lo hicimos con aplauso de público. Un honor y una ocasión única para vivir la prisión desde dentro y tener una idea de cómo la viven los internos. Una satisfacción departir con ellos y comprobar en directo el fuerte estado de espíritu de los presos indepes. Vamos, que si los de fuera escalan cimas de montañas, los de dentro, las escalan de ánimo.
En las fotos, de izquierda a derecha, el asesor histórico (porque la obra tiene un fondo histórico real), los cuatro fantásticos actores, pilares de la obra (un aplauso para Anna Vendrell, de fabulosa versatilidad), el general Valeriano Weyler y el autor de la obra, en la foto de la izquierda; y la esposa del general en la de la derecha. ¿A que están todos/as radiantes? Prueba de que, como se lee en los Hechos de los Apóstoles, 20: 35, "mejor es dar que recibir". Los bártulos en primer plano, todo lo que la compañía fue autorizada a pasar: las vestimentas. En el escenario, dos sillas y una mesa. El resto, el teatro. Talia y Melpómene.
La obra habla de Cuba y Catalunya o, con un neologismo, Cubalunya, que suena un poco como el Sóngoro cosongo.